¿Estás atrapado en un trabajo que no te gusta, o que ya no te resulta estimulante, pero te da miedo cambiar por si te equivocas?
¿O tu problema es que no sabes qué ora cosa podrías hacer ni lo que te da bien, entonces no sabes cómo abordar esta transición?
Hay mucha gente en estos momentos que, motivada por estos acontecimientos extremos de 2020 que nos están llevando a plantearnos muchas cosas, se ha propuesto cambiar su rumbo profesional.
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El problema es que se sienten paralizados y no acaban de decidirse a dar el paso, bien porque en su trabajo actual tienen muchos beneficios (un buen sueldo, estabilidad, prestigio, es un trabajo por el que han arriesgado mucho y no quieren perder lo conseguido) o porque no saben a qué otro sector laboral deberían encaminarse.
En este artículo vamos a reflexionar sobre cómo abordar esta situación de querer un cambio radical cuando no tenemos muy claras las alternativas o las vemos bastante complicadas. Me voy a enfocar en el trabajo pero sería válido para cualquier otro aspecto de la vida.
Espero que leer estas líneas te traiga alivio y te aporte una nueva perspectiva. Comencemos:
Dos errores comunes a la hora de hacer un cambio de trabajo radical (o de cualquier otra cosa)
El primer error que nos atasca y nos causa malestar en esta pretensión de querer cambiar de trabajo es pensar que vamos a encontrar, fácilmente, una alternativa igual de ventajosa que nuestro trabajo actual y entonces sólo quedará dar el paso de una opción a otra.
Esta es una idea simplista que no se corresponde con la realidad de cómo la gente toma decisiones arriesgadas en la vida: con incertidumbre, sin certezas de que va a salir bien y a veces sin tener muy claro si eso es lo que realmente queremos.
Por otro lado, a veces podemos tardar MESES o años en descubrir qué es lo que realmente nos llena, a nivel profesional, o cómo convertir una pasión en una profesión. Y hay que asumir estos tiempos lentos si no queremos caer en la frustración de que los cambios no se producen de manera inmediata.
O sea, el primer error si te estás agobiando porque te gustaría cambiar de trabajo pero es difícil o te da mucho miedo es precisamente no asumir QUE ESTO ES ASÍ: que los cambios radicales cuestan mucho, son lentos, y no hay garantías absolutas de que las cosas van a salir como tú quieres.
Pero bueno, aun así la gente consigue cosas asombrosas en la vida… Así que no se trata de que te desmotives o caigas en el derrotismo sino de que seas realista. Además, ahora más adelante te daré sugerencias concretas de cómo puedes actuar en este escenario.
Volviendo a donde estábamos, otro error bastante común a la hora de encarar los cambios radicales (de estilo de vida o de profesión) es el siguiente: percibir que el hecho de quejarnos o sentir malestar en nuestro trabajo actual es inútil.
Créeme, para nada es así. La insatisfacción es un motor potentísimo de cambio… (lo explico con mucho detalle en este audio, te aconsejo escucharlo). En vez de aplacar este malestar, este estrés que nos provoca el trabajo actual, esta sensación de incoherencia porque hacemos algo en lo que no creemos, deberíamos dar voz y amplificar todos estos sentimientos.
Porque esta insatisfacción es la que, acumulada, en un momento dado puede darte la fuerza y el coraje que necesitas para romper con tu situación actual.
Ahora retomaremos esta idea pero antes déjame hablarte de un tema que me gusta mucho que es el del proceso que siguen en realidad los cambios.
El ciclo del cambio
Cuando en la vida de alguien se produce una modificación importante nosotros solamente solemos ver la manifestación final (ese cambio de profesión, de lugar de residencia, de relaciones personales) pero antes de eso ha tenido que ocurrir, inevitablemente, un proceso interno de reflexión y de acumulación de ciertas emociones que al final han conducido a tomar esa resolución externa y a veces radical.
Tengo descrito el ciclo del cambio con mucho detalle en el vídeo 5 de mi masterclass: «Cómo superar los 4 bloqueos que te impiden expresar tu potencial». Este vídeo es el que llega una semana después de comprar el curso y, si has adquirido este producto en el pasado, te recomiendo encarecidamente que vuelvas a escucharlo porque te va a quedar mucho más claro de lo que hablo en este artículo.
Bien, como te comentaba, siempre antes de un cambio externo ha habido un proceso interno (a veces inconsciente) en que nos hemos dado cuenta de muchas cosas y han surgido nuevas preguntas. Es como cuando alguien decide ir a terapia: antes de dar ese paso seguro que lleva meses leyendo sobre desarrollo personal o dándose cuenta de la cantidad de comportamientos poco saludables en los que se atasca.
Por eso, podemos utilizar este ciclo natural del cambio a nuestro favor y, MUCHO ANTES de dar un giro arriesgado a nuestra vida podemos vivir con toda la intención este rico período de reflexión en el que:
- Se nos irá haciendo evidente la necesidad de cambiar de trabajo (o de lo que sea). Iremos encontrando cada vez más argumentos a favor. Y esto no ocurrirá en un día, ni en dos, sino a lo largo de muchas semanas en las que esta necesidad irá creciendo como una bola de nieve que rueda por una ladera.
- Sentiremos malestar e insatisfacción. Como te comenté antes, estos dos sentimientos son fuertes catalizadores de un cambio, por lo que no tiene sentido reprimirlos (bueno, en general, no es recomendable reprimir ninguna emoción). Mantén presente esa emoción incómoda, no huyas de ellas. ¿De dónde viene tu frustración? ¿Desde cuándo te sientes insatisfecho? ¿De verdad que quieres pasarte así toda la vida, por mucho que te paguen en ese puesto en el que estás?
- Empezaremos a vislumbrar vagamente otras opciones. Con el tiempo, aparte de estos sentimientos de malestar, como estamos abiertos a cambiar comenzarán a llegarnos nuevas ideas que no habíamos tenido en el pasado. Reaparecerán ilusiones de hace año, de repente surgirán conversaciones a nuestro alrededor sobre personas que han dado un giro radical a su vida haciendo esto o lo otro o nos toparemos con un libro que resuelve una de nuestras dudas. Esto es lo que se conoce como «atención selectiva» y es que cuando uno enfoca su atención en un tema no deja de ver señales y respuestas sobre el mismo en el mundo que le rodea. Por tanto si simplemente pones tu intención en «no sé cómo, pero quiero cambiar de trabajo» empezarás a toparte con todas estas nuevas ideas.
- Por último, cuando estamos en ese momento de pausa productiva, en el que no estamos actuando hacia afuera pero nuestra mente y nuestro estado emocional sí están muy activos, es común que nos planteemos muchas más cosas que nos gustaría mejorar aparte del trabajo, y esto siempre es positivo. Tal vez nos planteemos que no nos gusta nuestra rutina y que nos falta ejercicio físico y contacto con la naturaleza, y empezamos a forjar nuevos hábitos por ahí. Tal vez descubramos que, de tan centrados que estábamos en nuestra vida profesional, hemos descuidado a nuestra familia y amigos.
En definitiva, un cambio hacia afuera comienza con un proceso lento e invisible que comienza adentro y que, de continuarse sin ninguna presión, llevará a un desenlace tarde o temprano.
Sí, has leído bien «llevará a un desenlace tarde o temprano»
Porque llegará un día en que, después de tanto pensar y sentir y plantearnos las cosas, tomaremos la decisión de abandonar este trabajo que no nos gusta, bien habiendo encontrado otro empleo con buenas características o a veces incluso sin tener nada sólido entre manos. Mas este no será un acto irreflexivo, sino impulsado por todo ese proceso interno que hemos ido haciendo a lo largo del tiempo.
Es como cuando un día, de repente y sin que haya ocurrido una situación extrema, se derrumba una ladera de montaña sobre una carretera.
Ese corrimiento de tierra que se produjo repentinamente se ha ido gestando, sin embargo, muy poco a poco, quizás a lo largo de los años, por la lluvia que ha ido desintegrando el suelo, las temperaturas extremas que han ajado la roca, el tránsito de personas y animales que han añadido presión sobre el terreno. En fin, se han acumulado miles de pequeños cambios diminutos que al final han conducido a ese derrumbe.
Puedes aplicar esta misma metáfora a muchos otros cambios, en apariencia repentinos, que ocurren en tu vida.
En definitiva: qué hacer quieres cambiar de trabajo pero te da miedo o no sabes cómo abordarlo.
Yo lo que te propongo hacer, en lugar de presionarte para hacer algo YA, con urgencia, es colaborar con este proceso de demolición y construcción interna, lento pero seguro, que te acabo de describir.
Y para ello te propongo estas cuatro opciones:
1. Conecta con tus emociones y siente tu malestar (porque te acabará dando la fuerza para buscar una solución). Escribe sobre ello, habla sobre ello, profundiza en estas sensaciones, siéntelas. No te sientas un disco rallado por estar todo el día con lo mismo. Es parte del proceso: repetir una y otra vez estos sentimientos.
2. Entiende que cambiar de trabajo, o cualquier otro cambio arriesgado y con consecuencias importantes, es un proceso lento y no te impacientes (ya, es más fácil decirlo que hacerlo, en este artículo tienes algunas reflexiones sobre cómo ser pacientes en el camino hacia tus metas). Específicamente, no pienses que no estás haciendo nada ni te presiones para actuar cuando aun no ha llegado una fuerte necesidad de hacerlo porque tomar conciencia de las cosas SÍ es avanzar en la vida.
3. Aprovecha este contacto con tus verdaderos sentimientos ,y esta visión más abierta y profunda que estás teniendo sobre la vida, para indagar en otros aspectos de tu realidad. Quizá sea un buen momento para plantearte hacer cambios en tu hogar, desarrollar una nueva manera de vincularte con tus amistades (siendo más sincero, en vez de guardarte tus problemas para ti) o retomar una pasión creativa que, por falta de tiempo, dejaste abandonada hace años.
4. Permanece atento a encontrar nuevas ideas y alternativas a tu alrededor. Como expliqué más arriba, basta con que quieras plantearte un cambio y pongas intención en ello para que de repente aparezcan intereses sobre los que quieres aprender, personas que te pueden ayudar, ideas de profesiones que no te habías planteado nunca pero que sí encajan con tu personalidad. Eso sí, la clave de este proceso es que no te presiones a buscar. Más bien, quédate cómodamente plantado, con los ojos y los oídos bien abiertos, esperando que llegue a ti la información que necesitas.
Si sigues estos cuatro pasos va a llegar un momento en que, de forma natural, al igual que esa ladera que se viene abajo, vas a tener claro cuál es el siguiente paso. Y lo vas a hacer. Y ese querer cambiar de trabajo va a pasar de ser un vago deseo a ser una realidad.
Espero que estas reflexiones te hayan traído claridad y calma y que las aproveches para abordar tu transición profesional. Cualquier cosa me la puedes compartir en los comentarios.
¡Mucha paciencia y buena suerte!
9 Comentarios
Me caido como anillo al dedo este post, y sinceramente no habia contemplado desde esta perspectiva el cambio, pero ahora que recuerdo muchas otras desiciones en mi vida veo exactamente lo que describes, es siempre un cambio interno el que mueve a dar ese ultimo paso. Me agrada pensar que no estoy haciendo nada, que mas bien trabajo de manera reflexiva en mi. Mil gracias por tus reflexiones!!!!
Cuánto me alegro que este artículo haya llegado en el momento justo, Karina 🙂
Efectivamente, un trabajo reflexivo es un AVANCE.
Un besote y gracias por comentar!
Siempre un placer leerte. Sin duda lo que compartes en este artículo, y sobre todo la frase «quédate cómodamente plantado, con los ojos y los oídos bien abiertos, esperando que llegue a ti la información que necesitas» me ha recordado a «El Colgado», que por cierto fue lo que me salió en el juego final del curso gratuito que diste hace unas semanas… Y no me sorprendió en absoluto (bueno, me sorprendió que lo que salió encajara tanto con mi situación jajaja).
Un abrazo Amparo.
Madre mía Vero, pero qué coincidencia tan bonita, claro que sí!! Quedarse con ojos-oídos abiertos es un Colgado en toda regla!! (O una Papisa 😉
Verás como dentro de unos meses empiezas a encontrar más claridad o nuevos caminos que explorar que te llevan a un cambio significativo. Hay que tener paciencia, pero llega. Un besote!!
Enhorabuena por esta magnífica página! Llevaba tiempo buscando algo así. Me ha encantado leer este artículo y el de «Como encontrar tu vocación de una vez por todas». Me ha aclarado muchas ideas y creencias que realmente se han quedado obsoletas con el tiempo. Llevo mucho tiempo angustiada porque no encuentro un trabajo donde me sienta a gusto y presionándome porque a mis 36 años aún no he descubierto mi vocación y estos artículos me han hecho sentir mejor. Muchísimas gracias por tu trabajo!
Hola Laia y bienvenida a esta página! 🙂
Efectivamente, encarar la vocación con ANGUSTIA (como escribes) es justo la manera contraria en que deberíamos hacerlo… Con 36 años tienes más de media vida por delante para buscar un trabajo apasionante y acorde contigo (y por otro lado, se puede llevar una vida maravillosa con un trabajo que no nos gusta mucho).
Sigue leyendo, profundizando y actuando pero sin presión y angustia y ya verás cómo, poco a poco, se va dibujando un camino a seguir.
Un besote!
Me ha gustado un montón, y es verdad que cuando tienes un tema en la cabeza empiezan a venir soluciones como este artículo. Me ha dado paz porque empezaba a impacientarme y me he dado cuenta que sí se está produciendo el cambio aunque no lo vea. Gracias por tus consejos te sigo desde hace tiempo y me has ayudado mucho.
Hola Reyes!
Muchas gracias por tu comentario y me agrada sobremanera que este artículo te haya traído PAZ, era justo lo que pretencía. 🙂 Como le decía a otra persona que ha comentado antes, encarar la búsqueda de una vocación o un trabajo mejor desde la presión por «hacer algo» y la angustia es lo peor que podemos hacer…
Si quieres leer un poquito sobre la impaciencia (y cómo disminuirla) te dejo por aquí otro artículo (aunque igual como me llevas siguiendo hace tiempo ya lo has visto, je, pero por si acaso): Tener paciencia ¿y eso cómo se hace?
Un besote!!
Es el artículo que necesitaba en este momento. Muchas gracias Amparo