Para bien o para mal, vivimos dentro de un grupo social en donde todo el mundo opina, no sólo de su propia vida (diría que esto es lo que menos) sino principalmente de las vidas ajenas.

 

«Deberías hacer esto«, «No hagas esto otro«, «¿Ves? te ha salido mal, te lo dije«, «Sería mejor que estudiaras esto«, «Esa forma de vida no lleva a ningún sitio, pero allá tú» Consejos, órdenes veladas, amenazas, opiniones… Si uno se deja llevar por todo esto, en vez de conectar con lo que realmente quiere y piensa, es fácil que se sienta confundido antes de dar cualquier paso relevante.

 

¿Sientes que haces en la vida lo que tú quieres o lo que quieren los demás? ¿Qué puedes hacer si te confunden tantas opiniones y consejos? Aquí van unas cuantas reflexiones e ideas para que valores si estás siguiendo tu propio camino y si no, que descubras cómo puedes hacerlo.

 

El mito de «es que la sociedad dice»

¿Cuántas veces hemos escuchado ese grito lastimero de: «yo haría esto, pero es que la sociedad es tal y cual, y me obliga a ir por este lugar». Decimos que la sociedad es materialista. Que es conservadora o demasiado liberal. Que es represiva. Que es cruel. Argumentamos que la sociedad quiere que todos seamos clones, iguales unos a otros, y que lleguemos a los 40 con casa, coche, marido o esposa, perro y dos niños. Por lo tanto, cuando nuestro deseo no coincide con eso que llamamos «la sociedad» nos sentimos tristes, nos quejamos, y culpamos a unos señores desconocidos de arriba que se suponen que dictan las normas sociales.

 

Realmente esto no es tan así. Porque «la sociedad» como ente abstracto, no existe. La sociedad está constituida por cada una de las personas que la integran. Y cada uno de nosotros, cuando hablamos de «la sociedad» en general, inconscientemente nos estamos refiriendo a personas muy concretas y cercanas: nuestra pareja, nuestros hermanos, nuestros padres, nuestros amigos, nuestros colegas de trabajo.

 

Culpar de nuestros males a «la sociedad» es una forma sutil de engañarnos a nosotros mismos, porque no queremos enfrentarnos al hecho de que son esas personas más cercanas las que nos ordenan o no nos apoyan. Cuando decimos «la sociedad me agobia con sus imposiciones» es mentira; nos sentimos agobiados por las demandas, las órdenes o las manipulaciones de las personas de nuestro entorno. Que ojo, estas imposiciones a veces pueden no ser reales, sino formar parte de nuestras fantasías.

 

No te engañes a ti mismo. Si sientes que «la sociedad no te acepta o no acepta tu forma de vida», no te estás refiriendo a un montón de señores con traje y caras anónimas que gobiernan tu vida sin conocerte. Inconscientemente, hablas de tus seres queridos o las personas que te rodean en el día a día, y si eres realmente sincero, hasta les podrías poner caras. Cada vez que dices «la sociedad» interiormente piensas en una, dos o 3 personas máximo (concretamente «mamá», «papá», una pareja o alguien que ha sido muy relevante en tu vida y lo consideras una figura materna o paterna).

 

Todos necesitamos sentirnos queridos y formar parte de un grupo. Es lógico que sintamos dolor, miedo, duda o inquietud si queremos hacer algo que se sale mucho de «la norma» del núcleo social al que pertenecemos. Esta confusión y esta duda son reales, pero sentirnos confundidos porque «vamos en contra de la sociedad o estamos haciendo algo diferente» es sólo un mito. Empecemos por reconocer este hecho. Y a continuación, pensemos si no podemos crearnos una nueva «mini sociedad» donde realmente estemos integrados y en nuestro sitio.

 

Preguntas inadecuadas y LA PREGUNTA adecuada

Cuando nos preguntamos ¿qué es mejor… este camino o este otro? estamos entrando en un callejón sin salida.

 

¿Que es mejor, tener hijos o no tenerlos? ¿Que es mejor, haber tenido diez novios en la juventud o sólo uno? ¿Es mejor vivir en la ciudad o en el campo? ¿Es mejor una casa en propiedad o vivir de alquiler? ¿Es mejor trabajar en lo mismo toda la vida o alternar diferentes trabajos? ¿Es mejor tener un mes de vacaciones al año o 4 semanas espaciadas? ¿Qué es mejor en cada caso?

Este tipo de preguntas son muy útiles para analizar pros y contras de diferentes alternativas, para ampliar perspectivas y para las tertulias con los amigos hasta altas horas de la madrugada. En esta época del año en que las noches invitan a hablar al aire libre y quedarse hasta muy tarde, podemos entretenernos con un debate de este tipo: «ventajas y desventajas de…».

 

Sin embargo, a nivel personal preguntarnos que es lo mejor, así, en genérico, no lleva a ningún sitio. No resuelve ninguna duda. ¿Quién tiene la respuesta de qué es lo mejor? ¿No dependerá del la personalidad y las circunstancias de cada uno? Por eso, la verdadera pregunta, la única que nos puede llevar a buen puerto sería esta:

¿Qué es lo mejor para mí en este momento?

 

No tenemos por qué defender una idea a capa y espada, no tenemos que enfrentarnos a los que opinan diferente, simplemente pararnos a pensar en quién somos, qué queremos de la vida y en lo que necesitamos AHORA. El año que viene quizás será otra cosa, se trata de ver qué queremos probar, hacer, sentir o experimentar en este preciso momento. La verdad es que pensar en las decisiones como algo temporal nos quita mucha presión: siempre podemos cambiar el rumbo o rectificar, no tenemos por qué «acertar» a la primera.

 

Algunas personas me dicen que no saben lo que quieren. Pero mi experiencia me dice que cada uno, en el fondo (a veces muy en el fondo), sí que sabemos qué queremos hacer o cuál es la opción más favorable para nuestras circunstancias. O por lo menos, tenemos una pista de por dónde empezar a buscar.

 

Se trata de dejar de pensar en la sociedad, en los demás, o en «lo mejor» de forma genérica y enfocarnos en dos cosas: [1] nosotros mismos y [2] el momento actual que estamos viviendo. Por muy desconectados que estemos, siempre hay una pequeña brújula en nuestro interior que nos indica un posible camino por el que seguir, aunque no sea el definitivo, sino simplemente una prueba más.

 

Por otro lado, nada tiene por qué ser inamovible, mucho menos nuestras ideas o decisiones. Quizás a una persona en un período de su vida le apetece vivir de forma bohemia en una casita junto a la playa, subsistiendo a base de pequeños trabajos, y a los 10 años lo que le apetece hacer es montar un imperio empresarial y vivir en una mansión con criados. Está bien. No es mejor ni peor vivir en una casita en la playa o en una mansión. No es mejor ni peor tener un negocio pequeño o un imperio. Sólo puede ser mejor o peor para uno en cierto momento.

 

De nuevo: ¿qué sería lo más favorable para ti en este momento? ¿Qué sientes tú que quieres o necesitas hacer ahora? Estas son las únicas preguntas importantes, las demás dejémoslas para las veladas bajo las estrellas 😉

 

¿Qué te ha parecido este artículo?

¿Tú también culpas a «la sociedad» por ser incomprensiva y rígida, sin entender que está formada precisamente por las personas que más te importan?

¿Eres de los que intenta imponer sus ideas de «lo mejor» a toda costa, o más bien perteneces al lado contrario: sigues caminos de otros porque crees que también te funcionarán a ti?

 

Encontrar un criterio propio y vivir de acuerdo con él no es una tarea sencilla. Además de que no nos lleva un día, sino quizás muchos meses o años, y es probable que cometamos muchos errores por el camino, sufriendo nosotros y haciendo sufrir a otros.  A pesar de esto, no hay nada mejor en la vida que descubrirse y ser fiel a uno mismo. Así que este verano, época como ninguna de sueños, locuras y grandes esperanzas, te invito a comenzar esta pequeña aventura: la de encontrar tu deseo y tu criterio personal y empezar poquito a poco a vivir de acuerdo con él. ¡Mucha suerte en esta travesía!

 

Créditos de las imágenes:

Imagen 1: If you’re not confused de Brian Talbot, via Flickr Creative Commos

 

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3 Comentarios

  1. Hola a todos y feliz verano!! Sólo agregar a este acertado artículo la palabra VALENTÍA, que sería el «motor» para hacer realidad todo eso que sobrevuela por tu cabeza, teniendo en cuenta, como bien dices, únicamente a uno mismo y no a esa «sociedad».
    Nada ni Nadie podrá hacernos felices si uno no toma las riendas de su vida, una vez conseguido, la gente que realmente te quiere que es tu círculo, tu sociedad, allí estará para alentarte en lo malo y acompañarte en lo bueno.
    Un saludo 😉

    • Amparo Millán Responde

      Querida Anto,
      Me alegra mucho que hagas este comentario y que escribas en mayúscula la palabra valentía. Es verdad, para que no nos confundan/abrumen las opiniones de los demás tenemos que tener el CORAJE de seguir nuestro propio camino. Desde luego, esta sería la continuación al artículo de hoy. No obstante… antes de llegar a este punto, lo que necesitamos urgentemente es CONECTAR CON NUESTRO PROPIO DESEO (algo que no es muy difícil, pero tampoco muy fácil). Saber lo que queremos en realidad (no lo que quieren otros). Entender el porqué de nuestros miedos. Destimitificar el concepto de sociedad. Tomar conciencia de que la realidad es la que es, no la que nos gustaría. Todas estas cosas siempre tienen que ir mucho antes de la valentía, de defender nuestras ideas «a capa y espada», porque en realidad, cuando uno está seguro de lo que quiere y de lo que es, no necesita defender absolutamente nada. Simplemente uno vive y actúa genuinamente en su propio beneficio, y expresa con esta firmeza sus deseos y sus opiniones.

      Así que lo primero sería: encontrar nuestra VERDADERA opinión/deseo/camino. Y luego, como tú dices, vivir según esta opinión o deseo con valentía y libertad interior.

      ¡Muchas gracias por tu apunte! Sin duda este artículo merece una continuación 🙂 Abrazos.

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