Es impresionante comprobar el grado de sabiduría que todos podemos llegar a «producir» en un momento determinado.
A veces, basta una pregunta adecuada en un ambiente cálido, íntimo o distendido, para que salga de nuestros labios, como quien no quiere la cosa, justo la respuesta que necesitamos… Y entonces un@ se queda como «oh, vaya, ¿es posible que yo haya dicho esto?«, o «Si era tan sencillo, ¿cómo no me había dado cuenta antes?«.
En otras ocasiones no hace falta ni hablar en voz alta, sino que se empieza a escribir sin miedos sobre un problema o dificultad, dejándonos llevar, y entre pensamiento y pensamiento, palabra y palabra, al final se escribe una frase, LA FRASE, que resume esa pista o sabiduría que se estaba buscando.
He sido testigo de este proceso de «encuentro espontáneo con la verdad» (bonita forma de llamarlo) como protagonista y también como acompañante de otros. Suele suceder así: la conversación va fluyendo y en un momento determinado alguien lanza una pregunta abierta al aire, del tipo:
¿Y qué es lo que realmente piensas del asunto?
¿Se te ocurre alguna manera de conseguir eso?
¿Qué crees que significa esto que te sucede?
Entonces la otra persona, con total tranquilidad y precisión, responde lo que necesita saber o produce un pensamiento nuevo que no había tenido hasta ahora. Realmente que este es un momento mágico, interesante de vivir y presenciar.
Y es que las respuestas que buscamos no las tienen los expertos, ni están en los libros, ni se encuentran escondidas en un lugar lejano e inaccesible.
Las respuestas que necesitamos están en nuestro interior.
Lo que pasa es que a veces (yo diría que casi siempre) tenemos que consultar ciertos libros, contactar con expertos y emprender viajes largos y costosos para que se manifiesten. Esa es la paradoja. Pero las respuestas no vienen de estas cosas de fuera, sino que digamos «se ayudan» de ellas para emerger.
Por otro lado, uno no deja de aprender nunca y la verdad siempre se va revelando de poco a poco cada vez a un nivel más profundo. Cuando se resuelve una pregunta, aparece la siguiente, cuando se disuelve un problema, nos llega otro que no esperábamos. El camino del héroe no tiene fin en realidad, aunque sí varios momentos de descanso donde simplemente podemos dedicarnos a disfrutar y reponer fuerzas. Que no siempre hay que estar enfrascado en aprender, crecer y descubrir 😉
Es curiosa la ambivalencia de los problemas humanos: nos parecen fáciles cuando descubrimos la solución, pero muy difíciles hasta que llegamos a ella. Por otro lado, requiere de mucho tiempo entender ciertos mecanismos, pero a la vez, todo puede cambiar en un segundo de inspiración. Tener un ‘insight‘ como se dice en inglés.
Este segundo de inspiración hoy me invita a lanzar un mensaje de esperanza. Este momento en el que de inmediato comprendemos el motivo que explica nuestras dificultades y/o la solución a las mismas, vale su peso en oro. Y puede producirse porque las verdades van con nosotros todo el tiempo.
Alguien podría preguntar ¿y si todo el tiempo llevo las respuestas conmigo, por qué no las conozco cuando las necesito, por qué no soy capaz de encontrarlas? Básicamente que hay dos motivos:
1) La verdad está muy oculta o muy tergiversada y entonces se necesita cierto coraje, y paciencia sacarla a la luz. Pero es cuestión de eso: de tiempo, de perseverancia, de valentía.
2) La verdad está muy en la superficie, de hecho sufrimos sus consecuencias cada día de nuestra vida, pero no queremos verla. Reconocer esta verdad nos implicaría cambiar radicalmente de creencias o de comportamientos, así que preferimos negarla y decir que «no sabemos lo que nos pasa» cuando en realidad estamos en contacto con esa respuesta todo el tiempo.
En resumen, la manera de ser más productivos, de ganar más dinero, de reconciliarnos con nuestras emociones, de vencer los miedos, de relacionarnos mejor con los demás, de solucionar los conflictos, de comprender motivos que explican nuestras resistencias y comportamientos «irracionales», todo eso y más está en tu interior.
Llevas las respuestas dentro de ti. Acompañándote cada día. Ocultas por capas de obligaciones, prisa, convencionalismos, comportamientos automáticos. Pero llegará el día en que te encuentres relajad@, sincer@, abiert@ o alguien te haga la pregunta adecuada y esa respuesta saldrá de ti. Y entonces dirás: «oh, vaya, era tan fácil…» Y claro, todo parece fácil cuando se sabe de antemano, ¿no?
Para mí, vivir con esta certeza es un motivo más que fundamentado para tener esperanza y para sentirme poderosa y responsable de mi vida, ¿lo es también para ti?
Créditos de la imagen: Wear your heart on a string de amanda tipton a través de Flickr Creative Commons
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