Cuando algún hábito, comportamiento, actitud, sentimiento o situación externa nos está dificultando la vida lo calificamos de «negativo» y decimos que tenemos que CAMBIARLO. Sin embargo, a pesar de ver esta conveniencia de cambiar,, hay una creencia que nos paraliza y es pensar que «cambiar es muy difícil«.
Hay quienes sentencian: «las personas no cambian nunca«, otros dicen «siempre he sido así y no puedo hacer nada, aunque no me guste«, otras personas simplemente desisten de hacer un cambio porque estiman que será un proceso tan complicado que los dejará sin fuerzas.
¿Realmente es TAN DIFÍCIL cambiar? Por ejemplo: dejar de fumar, llevar otra dieta, buscar otro trabajo, gestionar el tiempo o el dinero de otra forma, crear nuevos pensamientos, creencias, formas de relacionarnos… ¿Es tan complicado y tan costoso como para posponer el cambio una y otra vez?
Es verdad que aprender a pensar y actuar de otra manera requiere de tiempo, sí, también de ciertas estrategias, incluso podemos hablar de sacrificio, pero en términos de dificultad hay algo muy importante que posiblemente estamos pasando por alto:
Que lo verdaderamente difícil y doloroso no es cambiar, sino seguir como estamos.
Hay una frase que leí en algún lugar que dice: «Si piensas que cambiar es complicado, prueba a no hacerlo«. Hay que reconocer que tiene toda la razón. A la larga, lo verdaderamente incómodo y complicado es mantener todos esos comportamientos y actitudes que no nos gustan.
Por ejemplo pensemos en Valeria, una chica joven que gasta compulsivamente en ropa, ocio, productos de belleza y prácticamente todo lo que brilla detrás de un escaparate. Por supuesto que le llevaría un esfuerzo indagar en por qué necesita comprar a todas horas, y no le sería fácil, sobre todo al principio, contenerse y gastar su dinero más racionalmente. Es lógico que Valeria sienta un poco de temor y de fastidio respecto al cambio, pero ¿cuál es su futuro si no hace nada y sigue como está? Entre otras cosas acumulación de objetos, deudas, insatisfacción, descontrol, culpabilidad inmensa, seguro que discusiones con las personas que le rodean… ¿no es este escenario muchísimo más difícil de gestionar? ¿No es mucho más complicado vivir de esta manera que afrontar la incomodidad inicial del cambio?
Luego tenemos a Rubén, que lleva trabajando en la misma empresa desde hace muchos años. Tiene un puesto cómodo y relativamente bien pagado, pero siente que cada día se le hace más cuesta arriba ir al trabajo, no porque exista algún problema en especial, sino porque siente que la vida espera otra cosa de él. Rubén no quiere jubilarse en la misma empresa como muchos de sus compañeros y se plantea hacer un cambio, cosa que le aterra y le parece muy, muy difícil en estos tiempos de crisis. Ahora bien ¿qué es lo realmente difícil a largo plazo? ¿Asumir el riesgo de buscar otro trabajo o llegar a la jubilación y darse cuenta de que no ha hecho otra cosa en su vida? Da verdadero vértigo pensarlo así…
Por otro lado, muchas personas le tenemos un miedo muy irracional a enfrentarnos a la verdad de nosotros mismos. Tenemos fantasías sobre lo horrible y doloroso que puede ser bucear en el pasado o ver nuestros defectos a la luz y hablar de ellos. Y lo cierto es que con el acompañamiento adecuado hablar de nuestros problemas, defectos o preocupaciones no sólo no nos duele, sino que nos alivia. Lo que duele y es difícil es vivir en la mentira, en el engaño permanente, no enfrentarnos a la verdad.
Con todos estos ejemplos llegamos a la conclusión de que cambiar puede ser un poco incómodo en ciertos momentos, pero NO HACER NADA y seguir con una situación complicada, insulsa o desagradable es mucho peor.
No sólo tenemos que pensar intelectualmente en esta idea, sino que tenemos que sentirla. Una respuesta refrescante, que nos llega un día, y en la que vemos con claridad que realmente mantener ese problema que nos preocupa tiene unos costes y dificultad muy superiores a los de hacer algo para solucionarlo, puede cambiarnos la vida. Puede ser el empujón que necesitamos para pasar del pensar a hacer, del «uf, no sé cómo solucionar esto» a decir «a ver ¿y cómo podría solucionar esto».
Siguiendo con más ejemplos, dejar una relación de pareja que no nos satisface no es sencillo (para nada), pero el coste de NO hacerlo es inmenso: una vida de vacío, desamor y aburrimiento, como mínimo.
Cambiar un hábito como la procrastinación lleva un tiempo y exige cierto esfuerzo y atención, pero es ¿no es mucho más difícil vivir con el estrés y la culpabilidad que nos acarrea el hacer todo a última hora?
Para una persona un poco vergonzosa, que se marea ante la sola perspectiva de dar una charla en público, supone un coste menor asumir paulatinamente pequeños retos para bajar su nivel de timidez que renunciar a experiencias y oportunidades profesionales a lo largo de toda su vida.
Y ahora es tu turno, ¿Te sientes identificado con alguno de estos casos? ¿Estás dirigiendo el foco de la dificultad al proceso de cambio, y te estás olvidando de los enormes costes que estás pagando por no hacer nada?
Cambiar de vida, de actitud, de hábitos, de pensamientos, realmente no es tan difícil. Se requiere bastante paciencia (porque los cambios llevan tiempo), ciertas estrategias, planificación, energía, a veces ayuda de otras personas, pero sobre todo tomar conciencia de la situación real. Y esto implica darnos cuenta de qué queremos cambiar y sobre todo: cómo va a ser nuestra vida si no lo hacemos.
Imagen: Circus trick de Donnie Nunley via Flickr, bajo licencia Creative Commons.
13 Comentarios
En verdad nos cuesta mucho dar el primer paso para cambiar y solemos rendirnos a las primeras de cambio, es una pena porque mucha gente al final no vive una vida plena y feliz por miedo al cambio. En mi caso he cambiado algunos aspectos que creía que nunca conseguiría cambiar, como por ejemplo fumar, pero hay otros que se resisten y me cuesta más, aunque con ayuda de mi coach Amparo seguro que poco a poco iré descubriendo un mundo muy diferente, un saludo.
Creo que el problema de cambiar es mantenerlo. Podemos levantarnos un día y decir: voy a ser más ordenada. Pero, ¿qué pasa al cabo de los días? En tu cerebro algo dice, vale, esto de ser organizada me gusta, pero tú no eres así, y ahí empieza una lucha contigo misma… Será que somos muy impacientes o perezosos… Y una pregunta Amparo, ¿que crees en eso de «a partir del día 21 ya se ha hecho el hábito»?
Qué comentario tan interesante. Es verdad que MANTENER los hábitos en el tiempo, y no sólo adquirirlo, requiere el manejo de ciertas actitudes y destrezas. Un día, una semana, un mes, uno puede decidirse a ser más productivo, más organizado, más sociable o a hacer ejercicio. De ahí a incluirlo en nuestra vida para que forme parte de nosotros, hay una marcada diferencia…
Lo de los 21 días es algo que la neurociencia ha estudiado, y se considera que es un tiempo mínimo para que el cerebro comience a adquirir un nuevo hábito, pero el consolidarlo lleva bastante más tiempo, se ha estimado que entre sesenta y doscientos días (bueno, tampoco es tanto, menos de un año).
Por lo que veo en tu comentario, hay resistencias internas que aparecen cada vez que das el paso de hacer algo diferente. Creo que son esas «voces» y no el hecho de hacer unas cosas u otras, el punto donde debes detenerte antes de proponerte cambiar.
Tomaré tu comentario como punto de partida para una nueva serie de posts, que espero que te sea útil y conteste a algunas de tus respuestas.
Muchas gracias por tu tiempo para escribir en este espacio. Espero seguir viéndote por aquí!
Amparo.
Muy interesante y directo. Yo creo que la dificultad en cambiar está en darse cuenta de que ese hábito, costumbre o desidia nos està consumiendo la vida. Hace falta valentía para dejarse calar por esa certeza. Pero cuando la tienes, es que no se puede hacer otra cosa que cambiar. Y entonces hay que buscar estrategias para hacerlo con las mejores garantías. Y cuando nos fallan las fuerzas, recordar esa sensación de «revelación » que nos impulsó a dar el oaso, ayuda a recuperar la constancia. Entonces uno se siente como cuando se lleva durante mucho rato un zapato que le aprieta mucho. Si te lo quitas, ya no te lo puedes volver a poner.
Hola Mar y muchas gracias por tu comentario 🙂
Qué forma tan buena de expresar esto mismo que digo en el artículo: «cuando uno tiene LA CERTEZA de que algo nos consume la vida no se puede hacer otra cosa que cambiar». Por eso es tan, tan importante llegar a esta certeza. Luego las estrategias que utilicemos para cambiar serán más acertadas o menos, avanzaremos y retrocederemos, reiremos de alegría y lloraremos de dolor, pero esa revelación que tuvimos nos hará seguir adelante. Porque de ninguna manera querremos volver a llevar ese zapato que tanto nos apreta!!
Un abrazo!
Hola a tod@s,
Estoy de acuerdo con el articulo y la perspectiva que muestra desde luego incita areplantearse ciertas cosas y tratar de evolucionar, cosa que me encanta! Por otro lado simplemente queria incidir en que el cambio debe ser de la mejor forma posible. Creo que para djar una pareja, un trabajo, una circunstancia que no nos satisface ademas de la voluntad para hacerlo tambien hay que estar psicologicamente preparado y fuerte, porque podria suceder que esos cambios fuesen mas de lo que puedes aguantar o no eres capaz de gestionarlos y al final terminas en una situacion mas desesperada. La duda que me asalta es: ¿puede ser que en algunas ocasiones sea necesario prepararse de alguna manera antes de saltar? ¿como sabes si estas preparado o la duda proviene simplemente del miedo?
Muchas gracias por tus articulos!
Cris.
Hola Crispi y bienvenida al blog!
Lo que comentas es totalmente cierto. Una cosa es tener la certeza de que una situación o comportamiento TIENE QUE CAMBIAR, y otra cosa es hacer el cambio «a lo loco» y de una forma totalmente imprudente, lo cual nos puede llevar a una crisis mayor. Entre esa certeza de «necesito cambiar» y realmente el hacer algo es necesario un tiempo de reflexión (más largo que corto) en el que nos plantearemos cómo podemos empezar a cambiar, con qué recursos contamos, con qué recursos NO contamos y necesitamos desarrollar o pedir ayuda a otra persona, qué problemas irán apareciendo y cómo puedo afrontarlos… Por supuesto que al final hay que actuar, y ahí aparecerá el MIEDO, pero hay formas de disminuir este miedo y esa duda que comentas. La mejor que conozco es la siguiente: PONÉRNOSLO FÁCIL. Esto implica que, para cualquier cosa, podemos ir poco a poco, dando pequeños pasos, incluso para asuntos como dejar una pareja o un trabajo. Hace unos meses escribí un artículo en el que reflexiono sobre esto y pongo algunos ejemplos: http://www.puedoayudarte.es/pontelo-facil/
No se trata sólo de cambiar, sino también de hacernos este camino lo más agradable y fácil posible, que ya suficientemente problemático será de por sí.
Muchas gracias por tu comentario y por tus palabras, y espero verte de nuevo por aquí!
Hola Amparo,
me ha encantado este artículo, realmente estamos ciegos, pensamos en la comodidad del no cambio cuando en verdad no es comodidad lo que nos espera si no infelicidad.
A la pregunta con la que encabezas el artículo…. Sí, son difíciles pero también necesarios.
Gracias por el trabajo que haces y en especial por este artículo, es una gran ayuda. Un abrazo
Hola Cris,
Muchas gracias por comentar! Es tal y como dices: lo que nos parece cómodo (no cambiar, no atrevernos, seguir como estamos) con el tiempo puede llegar a convertirse en la infelicidad, en la incomodidad total. Es decir, seguir como estamos en un aspecto de nuestra vida que es problemático tiene un coste ENORME.
Frente a eso, la supuesta dificultad de un cambio se queda en nada. Qué juego de palabras ¿verdad? 🙂
¡Otro abrazo para ti!
Hola Amparo,
Me ha gustado mucho este articulo. La idea de cambiar es complicada. Siempre he sentido que los cambios no me sientan nada bien pero al leer tu articulo me has hecho reflexionar. Esta frase “Si piensas que cambiar es complicado, prueba a no hacerlo“ me ha abierto de alguna forma los ojos. Quiza cambiar sea complicado porque requiere un esfuerzo y sobre todo mantenerlo, pero realmente es tan tan complicado o soy yo la que me pongo limitaciones?
Tambien me ha parecido bastante interante el comentario de Maria respecto a los 21 días. Supongo que dependera de que tipo de habito sea…