El Lobo de Wall Street es una de esas películas que ha dado que hablar. Para unos, una cinta brillantemente pensada y dirigida, protagonizada de forma impecable por Leo Dicaprio. Para otros, tres horas de desenfreno, drogas, sexo y palabras malsonantes (creo que había un record por ahí de ser la película con más palabrotas de la historia) sin mucho sentido.

¿Mi opinión? Espléndida. Sólo diré que es la única película que he visto dos veces este año: una en el cine y hace poco también la alquilamos para ver en casa en DVD.  Al margen de que me pareció una película divertidísima, irreverente, llena de situaciones surrealistas y excesos, me dejó pensando mucho tiempo cuando acabé de verla…

Y de eso va este artículo, de las tres principales lecciones o aprendizajes que me inspiró la película «El lobo de Wall Street». Tres cosas que quizás yo sabía, en parte, pero la película acabó de redondear. Tres ideas muy potentes que he acabado de perfilar en el día de hoy.  ¿Te unes a mis reflexiones?

3 cosas que aprendí viendo el lobo de Wall Street

1. La capacidad de liderazgo

Si hay algo que la película pone de manifiesto es que Jordan Belford, el lobo de Wall Street (protagonizado por Leo DiCaprio), aparte de ser un estafador inmoral es un líder carismático, hábil, cercano y entusiasta. Un capitán que dirige con pasión a su equipo, que los motiva, que les invita para que salgan de sus límites.

El Sr. Belford es uno de esos rarísimos líderes que cree genuinamente en su equipo. Para mí, confiar de verdad en alguien no es decirle, superficialmente: «Hey, confío en ti, tú eres capaz, ánimo«, eso es palabrería fácil. Creer de verdad en alguien es tener la seguridad de que esa persona con las estrategias y la actitud adecuada puede llegar a un determinado lugar, porque antes lo ha hecho uno mismo u otra persona.

Jordan sabe que en cada persona hay un diamante en bruto, y que la prosperidad profesional es posible si se siguen determinadas reglas, la prueba es que así ha sido el crecimiento de sus socios y de su empresa. Esta confianza ciega y absoluta en sus empleados es capaz de transmitirla con pasión y cercanía, ¿qué líder no querría ser así?

 

El Lobo de Wall Street

 

Por otro lado, y al margen de sus cualidades de mando,  en la película el Lobo es un genio en animar la vida de sus empleados y crear un ambiente de trabajo distendido.

Supongo que en los 90 no existían el coaching grupal, ni el team building, ni todos esos talleres de dinamización que hoy en día se han puesto tan de moda en las empresas para crear espíritu de equipo, y sin embargo trabajar en Stratton Oakmont parece una fiesta continua. No me extraña que los empleados estén fascinados por esas descargas de adrenalina, alegría y diversión en su puesto de trabajo, hasta el punto de continuar haciendo ciertas tareas que muchos presentirían que eran ilegales y tendrían sus consecuencias… Porque ¿quién quiere irse de ahí?

Y es que si hay algo que descuidamos en esta sociedad un poco descafeinada en la que vivimos es la DIVERSIÓN con mayúsculas. Pretendemos que las personas estén felices en el trabajo, satisfechas, contentas, relajadas, ¿pero dónde quedó la energía, las estridencias, un punto canalla, el pasarlo bien?

Por supuesto las fiestas locas y el desmadre en la oficina que se ven en la película es un punto muy extremo… pero en el fondo todos necesitamos también un poco de eso. De distensión, de rebeldía, de risas estridentes y no meras sonrisas.

En resumen, considero que tanto los líderes de equipo distantes y faltos de carisma como las empresas aburridas y demasiado serias, podrían plantearse implementar sólo un poquito los métodos del Lobo que aparecen en el film. O por lo menos dejarse inspirar por la fuerza y el descaro de este personaje.

 

2. La persuasión en las ventas

el lobo de Wall Street

 

Si hay algo que saben hacer todos los trabajadores de Stratton, entrenados por su impecable maestro, es vender. Vender lo invendible, lo que apenas tiene valor, utilizando unas técnicas determinadas y un lenguaje persuasivo. Los que hayáis visto la película recordaréis lo de «Véndeme este bolígrafo».

Todas las personas que tenemos un negocio o queremos montar una empresa hoy día necesitamos saber un mínimo de marketing, ventas y técnicas de comunicación, nos guste o no.

En los últimos años han aparecido miles de páginas web, libros, infoproductos y profesionales (mentores y consultores financieros) enfocados a maximizar las ventas, darse a conocer y subir precios.

En este sentido, la película da bastantes pistas de lo que un buen vendedor debería conocer. Y que se traduce, resumiendo mucho, en saber detectar antes de nada el DOLOR, el DESEO PROFUNDO o la NECESIDAD de los clientes, para después ofrecerles una solución a medida.

Conocer estas pautas no sólo sirve a las personas que tienen un negocio sino igualmente (y quizás especialmente) a los consumidores. Como consumidores, es muy útil que tengamos la suficiente perspicacia como para saber que nos están vendiendo y lo métodos que están empleando. Luego ya podremos decidir con más libertad y espíritu crítico si comprar o no.

Las personas necesitamos un mínimo de cultura financiera y de ventas, para no caer en abusos tan sonados como los que hemos sufrido en nuestro país. Tener este olfato, o llamémoslo astucia, sirve porque hay personas que venden sus productos con transparencia, con honestidad y realmente ofreciendo un valor genuino y real, pero hay otros casos en que no es así: personas que quieren lucrarse a toda costa, ofreciendo productos de dudoso valor, o que lo hacen con técnicas que yo llamaría demasiado agresivas, que incluso rozan la ilegalidad.

Por otro lado, hay necesidades urgentes e importantes en nuestra vida que debemos atender, y por tanto uno agradece que alguien le venda la solución a este necesidad, y otras que son creadas artificialmente por los grandes departamentos de márketing de las empresas y los vendedores muy entrenados. Un consumidor avispado debe estar preparado para saber en qué bando se ubica el producto o comercial que tiene enfrente y así tomar la mejor decisión posible.

En definitiva, hay que saber vender. Y hay que saber comprar (y para saber comprar hay que saber cómo la gente vende). Y sobre estos dos aspectos la película ofrece numerosos ejemplos, con lo cual vale la pena verla.

 

3. Desmitificar el mundo de los negocios

Una cosa me quedó muy clara a nivel individual una vez que acabé de visionar la cinta y es que toda mi vida había arrastrado la idea de que el mundo ejecutivo, el de las altas finanzas, era algo mítico, muy complejo, difícil, inaccesible.

Realmente uno puede pensar que los grandes millonarios o las personas que ocupan lugares de poder destacados están hechos de otra pasta. Que tienen facultades especiales, problemas diferentes a los demás, una amplia preparación, una visión genial de la vida y que consideran el dinero como algo muy serio. Y lo que vemos en la película es que no, que en muchos casos todo esto es una farsa. Me explico.

Jordan Belford era realmente un tipo inteligente y muy astuto en los negocios (aunque procedía de una familia de clase media y no estudió ninguna carrera en la universidad) pero el resto de sus colaboradores, eran cuatro patanes cualesquiera a los que él enseña sus métodos. Aquí tenéis, en sus orígenes, a los futuros millonarios y hombres de negocios:

 

El lobo de Wall Street

 

Su principal colaborador y accionista en la compañía era Donnie, un vecino suyo de lo más extravagante (aunque luego demuestra tener un talento especial para proponer cosas que funcionan) y por supuesto sin ninguna experiencia como corredor de bolsa. Entre mis escenas favoritas de la película se encuentra esta en que Donnie se encuentra a Jordan en un restaurante, le pregunta cuánto gana y, ante la respuesta que recibe (10.000 dólares al mes) espeta a su compañero con todo el desparpajo del mundo: «Enséñame una nómina y dejaré mi empleo para trabajar para ti«. Tomad nota: miedo al fracaso cero. Belford aceptó alegremente y los dos iniciaron una nueva compañía.

el lobo de Wall Street

 

No sólo los altos ejecutivos de Stratton eran tipos corrientes y antiguos maleantes, sino que sus reuniones de negocios eran de risa. Al margen de que la película puede presentar un caso extremo (que no obstante fue real) ¿cuántos de nosotros, que en nuestra cabeza nos imaginamos una junta o cena de negocios como algo serio, rígido, con personas educadas y elegantemente vestidas, nos quedaríamos sorprendidos al ver lo que son en realidad? ¿Cuántos de nosotros abriríamos los ojos como platos si supiésemos de qué hablan y qué hacen en sus reuniones los altos cargos políticos y ejecutivos?

A este respecto, transcribo un fragmento de mi libro favorito de todos los tiempos («El viajero bajo el resplandor de la luna«, de Antal Szerb) que me dejó intrigada y no entendí muy bien cuando lo leí hace unos años, pero que adquiere todo su sentido ahora:

[Pataki, un empresario] Estaba orgulloso de saber todo eso, y de que Mihály, por ejemplo, no lo supiera. «Mihály es un intelectual, por lo que cree todavía en el dinero, mientras que al mismo tiempo duda de todo lo demás. Él es capaz de decir, por ejemplo: «La psicología, en su forma actual, es una ciencia poco fiable, primitiva…» o «La lírica, hoy en día, no tiene ningún sentido»

[…] Sin embargo, cree que la firma Vàraljai y Compañía sí es una cosa seria, claro, eso no se puede poner en duda, puesto que se trata de dinero, y con el dinero no se hacen bromas. -Pataki se rió-. Váraljai y Compañía, Dios mío… si Mihály y compañía lo supieran… Hasta la lírica es una cosa más seria.»

 

«Hasta la lírica es una cosa más seria«, qué gran frase que resume el miedo absurdo que los comunes mortales tenemos al mundo del dinero y los negocios, pensando que es cosa de semidioses y que todas las decisiones que se toman en él son racionales y lógicas. Nada más lejos de la realidad.

En conclusión, creo que no deberíamos reverenciar este mundo de la cúpula empresarial, ni sentirnos «inferiores» o distintos a todas esas personas que poseen un capital importante o se encuentran situadas en un lugar de poder muy destacado. El dinero es una cosa más de la vida, tan necesario como la salud para desenvolvernos en nuestro mundo, pero no algo oscuro, misterioso o innombrable. No algo tan serio como para no poder hablar de él con locuacidad.

Conclusiones

Y hasta aquí mi análisis particular de la película. Si no la habéis visto os la recomiendo sin dudar, no sólo por lo que podáis aprender de ella sino porque seguramente os escandalizaréis y os desternillaréis de la risa a partes iguales.

¿Y vosotr@s, qué pensáis de estas tres cosas que he hablado? ¿Qué tipo de líder os atrae? ¿Consideráis importante saber vender o saber comprar? ¿Qué imagen tenéis de esa cúpula de altos empresarios que hacen grandes negocios? Y por último ¿hay alguna película que, por extraño que parezca, os haya enseñado cosas importantes? Porque en este caso me encantaría saberlo. ¡Compártelo en los comentarios!

 

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Imágenes: Todas pertenecen a la película «El Lobo de Wall Street», Scorsese, 2013.

 

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6 Comentarios

  1. Hace poco vi una película Her, en la que el protagonista se enamora de su Sistema Operativo (así como suena) y se queda destrozado cuando desaparece, hasta qué punto idealizamos las cosas y las hacemos a imagen y semejanza de como nos gustaría que fuesen, la película es curiosísima. A todos nos gustaría tener un jefe a imagen y semejanza de como seríamos nosotros, o al menos eso piensa mucha gente que se siente desmotivada por no poder serlo y no se conforma con ser empleado. Me has convencido y pienso ver lo antes posible esta película, para poder ver personas líderes o con personalidad arrolladora y persuasiva, quizá porque así se nos pueda pegar algo 😉 Un beso a todos, buen finde!!

    • Amparo Millán Responde

      Querida Anto,

      Yo no he visto Her, pero me han hablado muy bien de la película, de que está muy bien construido el argumento y te deja pensativo un buen rato. Respecto a la actitud del Lobo como jefe o líder, verás que sus métodos son un tanto excesivos (bueno, todo en la película es excesivo), pero como digo en el artículo, se pueden extraer cosas muy interesante.

      Un abrazo y feliz fin de semana!

  2. A mi personalmente la película no me gustó tanto, me pareció algo pesada. Si bien es cierto, se puede aprender mucho sobre marketing y técnicas de venta, donde los americanos saben de eso muchísimo más que nosotros (si vas a Bar Pepe y éste te dice que es autoservicio, que vas a comer sin cuchillo ni tenedor, que te dan vasos y platos de plástico, que le devuelvas los platos cuando acabes y que la carta tiene 6 opciones no volverías, pero a McDonald eso le funciona perfectamente). Y en cuanto a los líderes, en la película se ve que el jefe se va de fiesta con los empleados, tiene cercanía con los trabajadores, les conoce personalmente y a la vez saben imponerse y estar ligeramente por encima de los trabajadores. Aquí por el contrario, los jefes se suben al escalón sin conectan con los trabajadores, imponiendo miedo «si no llegas a comisiones te hecho» en vez de «mira te voy a enseñar como vendería yo»

    • Amparo Millán Responde

      María, qué buena la comparación entre Bar Pepe y Mc Donald. Los americanos nos llevan mucha ventaja en esto…

      Igualmente, en España los jefes y supervisores en general suelen enfadarse, insultar, despreciar o echar broncas cuando algo no sale cómo les gustaría, cuando sería mucho más eficaz y productivo lo que comentas, decirle a los trabajadores: «Mira, así lo haría yo…» o «Podrías mejorar utilizando/haciendo…» o «Vamos a analizar juntos qué es lo que ha salido mal». Supongo que dentro de unos años esto estará tan implantado en las empresas y la sociedad que nos parecerá de lo más natural. Confiemos en que así sea.

  3. A mí también me encantó esta peli, Amparo, aunque reconozco que lo pasé regular viéndola porque ‘padecí’ o ‘sufrí’ con muchas de las situaciones que presentaba. ¡Casi increíble me resultaba pensar que todo aquello había sucedido de verdad, la falta de escrúpulos la decadencia, el desfase, la superficialidad, la vanalidad, la hiper-valoración de todo lo material…!

    Estoy de acuerdo con los tres puntos que planteas y sobre todo con la idea de que podemos aprender de prácticamente todo lo que se nos pone por delante, y especialmente de libros y películas. ¡Yo disfruto tanto aprendiendo así! Sin ir más lejos, la semana pasada vi ‘The drop’ (creo que se llama ‘La entrega’ en español), y aunque también padecí a mi manera, aprendí sobre fidelidad y traición, autenticidad y falsedad, respeto y violencia, y cómo todas esas realidades son mecanismos de supervivencia.

    ¡Gracias por motivarme a la reflexión!

    • Amparo Millán Responde

      Gloria, es verdad que la falta de escrúpulos y la superficialidad llegan a extremos inimaginables en la película. Yo también me escandalicé, pero viéndolo desde una perspectiva más lejana, las escenas son muy cómicas, así que me reí muchísimo.

      No había oído hablar de ‘La entrega’ (acabo de buscar en Google y sí, es una película de este año); tal y como lo dices, suena muy bien. El cine nos acerca magistralmente a las vidas más duras de las personas, lo que en la vida diaria no queremos ver, aunque no en muchas películas suelen presentar la violencia como el producto de algo anterior (respecto al «Lobo», hubiera sido interesante presentar cómo fue la familia original del futuro estafador). Pero bueno, a algun@s nos gusta indagar en el porqué de esos comportamientos. Y en esas estamos 🙂

      Un abrazo.

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