Tomar decisiones suele ser complicado… Sobre todo cuando tenemos que elegir entre varias alternativas que nos gustan y todas tienen beneficios.

En un comentario del artículo «Qué hacer si cambias de opinión constantemente» una persona escribía que había acabado sus estudios y estaba indecisa entre buscar un trabajo estable en su ciudad o bien irse «a la aventura» a recorrer el mundo.

Un dilema bastante común, por otro lado, cuando uno lleva toda la vida dejando que las instituciones educativas decidan por él y no se ha entrenado en el arte de decidir.

Un dilema similar tenía un consultante con quien tuve una sesión de tarot terapéutico hace dos semanas: llevaba varios años trabajando en una empresa de su ciudad y había llegado al punto en que, o compraba un piso en este lugar y se establecía allí para siempre o cambiaba de empleo, de ciudad y de vida para buscar su vocación o al menos una vida más interesante.

Como todo el mundo, yo he tomado muchas decisiones a lo largo de estos últimos años, algunas buenas y otras desafortunadas. Todas las que pertenecen a este último grupo se han ocasionado por alguno de los errores que te voy a explicar en este artículo, pero antes de nada déjame decirte algo:

Siempre es peor permanecer estancados o paralizados en la indecisión que elegir una alternativa, la que sea, y comprometernos con ella, incluso aunque nos vaya mal.

 

La indecisión sólo es una manera de eludir nuestra responsabilidad que al final se acaba viniendo abajo. Porque incluso cuando «no decidimos» activamente (es decir, nos quedamos en la situación inicial o nos encerramos en casa a ver series el resto de nuestra vida) estamos optando por una situación.

Es imposible no decidir, en todo caso, delegamos el poder al azar o a otra persona. Y en este artículo quiero ayudarte a tomar decisiones explicando los dos errores que quizás estás cometiendo y que te mantienen paralizado y sin escoger una alternativa.

Vamos a verlos:

Cómo tomar buenas decisiones y los 2 errores que debes evitar

 

Error número 1 a la hora de tomar decisiones: Pensar que hay una alternativa ideal y sin consecuencias negativas

La primera dificultad que nos deja en ese limbo donde no somos capaces de elegir entre un camino u otro es creer que, si pensamos lo suficiente, encontraremos una decisión perfecta y que no tendrá efectos perjudiciales o dolorosos.

Creemos que hay una «solución maestra» a nuestro conflicto, que aúna a la vez la estabilidad y la libertad, las ventajas de una opción y de su contraria, y que sólo es cuestión de seguir pensando a ver si esta idea se nos aparece…

En casi ningún caso es así. Cuando tomamos el camino a) tenemos ciertos beneficios pero también ciertos costes que no tendríamos de seguir el camino b) y viceversa.

 

En cada decisión se esconde un punto doloroso y lo que nos lleva a postergarlas hasta el infinito es nuestra incapacidad para renunciar a ciertas ventajas.

 

Si eliges irte de mochilero por el mundo estás renunciando a cierta estabilidad financiera y vital; si te decantas por la opción contraria tendrás una vida más ordenada pero seguramente más rutinaria. Por eso hay que percatarse de que perdemos algo cada vez tomamos una decisión. Por ejemplo, al elegir vivir en una ciudad eliminas de un plumazo la posibilidad de vivir en las otras miles de ciudades que existen en el mundo, con todo lo que esto pueda significar…

Seguramente lo que no quieres ver cuando navegas en un mar de indecisión es que, con cualquier opción que elijas, ganarás algo y también perderás algo.

Por ello si dudas entre varias alternativas lo primero que te sugiero hacer es ver qué pierdes o dejas de ganar con cada una de ellas, asumir este coste (y esto puede llevarte a un cierto período de duelo) y seguir para adelante.

 

Error número 2 a la hora de tomar decisiones: Tomarlas de forma impulsiva y sin conciencia

Antes decía que yo he tomado algunas decisiones desafortunadas. Si algo tienen en común todas ellas es que las he tomado sin conciencia, sin medir bien si esa opción era buena o no para mí, si mis expectativas estaban ajustadas con la realidad, si la podía sostener en el tiempo o si me gustaban las consecuencias que se derivaban de esa opción. Cuando alguno de estos requisitos es un «no» la decisión no lleva a buen puerto, sea la que sea.

Por eso, estoy segura cuando afirmo que las únicas decisiones que se pueden catalogar de «malas» son las que no nos detenemos a evaluar y simplemente las tomamos en un acto impulsivo o siguiendo las indicaciones de otra persona.

 

Y al contrario, una decisión consciente es SIEMPRE una buena decisión.

 

Y esto implica saber perfectamente lo que gano y lo que pierdo con esa elección y no me dejarme llevar ni por idealizaciones de la realidad ni por una actitud pesimista.

A veces tomamos una decisión guiándonos por fantasías, idealizando una opción y demonizando la otra, y esto suele desembocar en arrepentimientos y lamentaciones.

Por ejemplo, una persona puede pensar que viajar por el mundo después de la universidad es algo maravilloso (y construir un «cuento de hadas» a partir de relatos leídos en Internet) para luego descubrir que en la vida real eso es algo más difícil y agotador de lo que parece, o bien que, aunque este es un plan interesante, no se adapta a su personalidad ni a lo que se espera de la vida.

Por eso es tan importante analizar bien qué ganamos y qué perdemos en cada caso. Y no sólo a corto plazo sino con el tiempo.

Por ejemplo, imaginemos a alguien que quiera dejar una vida estable para lanzarse a un camino soñado pero que está lleno de incertidumbre. Esta persona no sólo tiene que pensar en lo que pierde a corto plazo (estabilidad) sino también en lo que deja de ganar si no lo hace. ¿Tal vez se arrepentirá cuando pasen unos años de no haber tomado esa decisión arriesgada pero anhelada? ¿Podrá vivir con plenitud en un ambiente seguro pero que ve como rutinario y carente de estímulo?

Como ves, no hay decisiones convenientes ni decisiones inconvenientes, sólo existen decisiones conscientes e inconscientes.

Y voy más allá: sólo nos arrepentimos de las decisiones inconscientes.

Lamentamos una decisión cuando pensábamos que las cosas iban a ser de una manera y resulta que son de otra, cuando nos lanzamos a algo sin pensar en las consecuencias, cuando simplemente nos dejamos llevar por la inercia y el miedo al qué dirán en vez de pensar «¿qué quiero yo?» o «¿qué es para mí valioso en la vida?»

Así que si no quieres arrepentirte de tus decisiones, únicamente te propongo hacer es hacer un ejercicio de autoconocimiento y análisis de tu realidad para que lo que elijas, lo hagas con todas las consecuencias (asumiendo ventajas y desventajas). Es imposible arrepentirse de algo con lo que te has comprometido a este punto y cuyas consecuencias buenas y malas has previsto. Por eso, sea cual sea tu elección final, simplemente que sea consciente.

 

Conclusión

Espero que tras leer este artículo veas que la pregunta de «entre estas alternativas ¿cuál es la correcta?» no tiene ningún sentido, y que por tanto la indecisión es sólo una manera de no querer mirar objetivamente la realidad o a ti mismo.

Desde mi punto de vista si eliges sabiendo lo que ganas, lo que pierdes y lo aceptas, esa decisión es buena. Sea la que sea, y no hay más.

Al final todo se reduce al viejo aforismo de «conócete a ti mismo», porque cuanto más te conoces, mejor análisis podrás hacer de tus fortalezas, tus valores, tus limitaciones, tus deseos y tus circunstancias y, en consecuencia, tomarás buenas decisiones.

Espero que este artículo te haya ayudado a ver el tema con más claridad y cualquier pregunta o reflexión que quieras consultarme, te espero en los comentarios. 😉

 

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18 Comentarios

  1. Buenos días Amparo, a los dos errores que indicas, yo casi que añadiría un tercero: las decisiones que tomamos para agradar a otros, en mi caso, causante de muchas lamentaciones posteriores, ojalá tuviera la fortaleza para afrontar muchas decisiones sin pensar en cómo actuarían otras personas o sin sentirme culpable si la decisión no es lo que otros esperaban. Intentaré poner en práctica tus consejos. Gracias por ellos.

    • Amparo Millán Responde

      Hola Nico,
      Es verdad que no menciono el tema de agradar a otros en el artículo de las decisiones porque entiendo que cuando nos dejamos guiar por lo que otros esperan estamos equivocados SIEMPRE, decidamos lo que decidamos.
      Y es interesante lo que mencionas de la culpa… Creo que debes revisar lo duro que es, no sólo sentirte presionado por lo que quieren otras personas de ti, sino además sentirte culpable por elegir tu camino y no el que otros te proponen. Tienes que desprenderte cuanto antes de esa culpa tóxica que te han inoculado, para poder seguir el camino que te haga feliz. Un abrazo.

  2. Ana Maria Usach López Responde

    Y yo añadiría un cuarto error: cuando tomamos decisiones apremiados por las circunstancias, porque es la unica opción que tenemos. Saltamos al vacio o nos morimos al borde del precipicio. Tus consejos son sabios y muy valiosos. Gracias Amparo. Un abrazo desde Puerto Rico, a donde tuve que venir hace cuatro meses porque no me quedaba otra alternativa. Ana M.

    • Amparo Millán Responde

      Hola Ana,
      Una decisión rápida puede ser buena si hacemos una reflexión sobre la misma, aunque sea a posteriori. En tu caso, sentiste que era el momento de «saltar al vacío» y no viste otra opción. Bien, piensa en lo que has ganado marchando a Puerto Rico, también en lo que has perdido, y toma todo ello para aprender. Si sabes bien los motivos que tenías para hacerlo, fue una buena decisión. un abrazo!

  3. lina castaño Responde

    Otro error tambien es cuando tomamos decisiones apresuradas movidos por una circunstancia desfavorable, la muerte de un ser querido por ejemplo , en esos momentos lo mas probable es que nos equivoquemos al tomar decisiones .
    Gracias, me gusto mucho tu articulo.

    • Amparo Millán Responde

      Hola Lina,
      Bueno, tienes razón, hay veces que las circunstancias son tan desfavorables y tan repentinas que no tenemos tiempo de pararnos a pensar cuáles son las consecuencias de nuestras decisiones. En estos casos yo creo que no hay que torturarse por haber tomado una decisión equivocada sino entender que con tan poco margen de maniobra poco más podíamos hacer… Me alegra que te haya gustado el artículo, un abrazo,
      Amparo.

  4. Hola! Es el primer articulo tuyo que leo, y me gusto. En estos momentos estoy en el limbo y no se que hacer, porque pienso demasiaaaado las cosas y no hago nada ( hasta hace poco) que me decidí en moverme pero no se si de una manera inconsciente o impulsiva, pero siento que necesitaba hacerlo, y aun no sé que vaya a pasar, si va hacer bueno o no.

    • Amparo Millán Responde

      Hola Andrea, encantada de saludarte por primera vez en mi blog y espero que sigas leyendo si este artículo te gustó 😉
      Como digo en el artículo, una de las ideas que más nos impiden tomar decisiones y nos tienen taaaanto tiempo pensando las cosas (como te ocurre a ti) es pensar que una decisión puede NO tener consecuencias negativas. No queremos renunciar a nada, queremos lo bueno de la opción a y lo bueno de la opción b y eso es imposible… Te sugeriría que pienses, con honestidad, si te cuesta moverte porque estás esperando que exista una «opción ideal» que no tenga aspectos negativos o en la que sea imposible fracasar… Para mí la impulsividad es peligrosa porque supone movernos pero sin conciencia, sin mirar estas consecuencias negativas que tarde o temprano van a aparecer. Por ello lo que elijas,que lo hagas con conciencia, viendo pros y contras y entendiendo que en la vida no existen las opciones perfectas. Un abrazo!

  5. Me agradó mucho el articulo sobre todo porque lo dices muy resumido y claro. A veces en estos temas le dan muchas vueltas.
    En lo personal me ocurre mucho que pienso demasiado en las cosas negativas concentrándome mas en ellas que en las favorables. Y el miedo a eso me paraliza. Lo que es muy malo porque ni siquiera han sucedido.

    • Amparo Millán Responde

      Sabes muy bien dónde está el error Jessy, en que SÓLO miras las consecuencias negativas (que lógicamente pueden suceder) pero pasas por alto las consecuencias positivas de decidirte a hacer algo que quieres. En tu caso, ya que tienes tendencia a enfocarte en lo negativo, te invitaría a revisar qué pasaría en tu vida si no haces NADA, si no tomas acción. ¿Qué pasa si sigues dejando que el miedo te paralice? ¿Cómo será tu vida a largo plazo con esos pensamientos negros en tu cabeza?
      Creo que el ver las consecuencias negativas de no hacer nada te puede ayudar a moverte, ¡un abrazo!

  6. Te he encontrado hace dos días y estoy muy ilusionada por descubrirte. Con respecto al artículo, soy de las personas que cree que toma las decisiones de forma razonada y consciente pero luego resulta que no las asumo. Rápidamente entran las dudas y vuelvo al mismo «lugar» de donde partí. En cuanto se asoma un poquito de inseguridad corro a lo conocido. Muchas veces pienso que poner en una balanza las ventajas o desventajas, consecuencias, pros y contras cuando se trata de elegir entre, si seguir una relación personal o comenzar otra nueva, no es lo más acertado. Pero,¿ qué es lo que nos queda cuando analizamos la situación y luego parece que no funciona el razonamiento?. Seguiré conociendo tú página y aprendiendo de ella. Muchas gracias.

    • Amparo Millán Responde

      Muy interesante tu aporte, Priscila.
      Mira, yo creo que el problema no es TOMAR la decisión. Siguiendo el ejemplo que planteas: el problema no es decidir si sigo o no sigo con una relación personal si sabemos los pros y contras, lo que nos paraliza es que no queremos PAGAR LOS PRECIOS de esa decisión. Cualquier decisión es buena si se hace con conciencia (sabiendo las consecuencias positivas/negativas) y éstas se asumen… Lo que nos deja paralizados en no querer perder nada: ni a esta persona, ni las desventajas de seguir con ella. La madurez consiste en decir: vale, voy a tomar esta decisión y sé que tendré estas desventajas, pero las asumo, ya está, lo entiendo, y sé que la decisión contraria no es mejor ni peor, sencillamente tiene otras consecuencias.
      Ante una pareja: o te comprometes a estar activamente con ella (y te entregas a la relación, y dejas de querer que esa pareja cambie) o bien terminas esa relación; lo que es dañino es estar en esa «tierra de nadie» donde no estamos comprometidos con esa persona pero tampoco nos atrevemos a dejarla por miedo. Profundizo un poco más sobre esto en este podcast, por si quieres escucharlo –> https://www.ivoox.com/te-cuesta-tomar-decisiones-quizas-es-no-audios-mp3_rf_25335498_1.html
      Un abrazo!

  7. Muy interesante articulo. Para mi implica miedo a perder a mis hijos, la relacion con familiares y amigos, estabilidad economica…y no tomo la desicion de divorciarme y estar con la persona que me hace feliz. Como puedo vencer ese miedo? Estoy dispuesta a seguir viviendo sin ser feliz? Gracias por tu apoyo.

    • Amparo Millán Responde

      Yo creo que más que «vencer» el miedo a que cambien las relaciones con tus familiares se trata de si quieres ASUMIR esas consecuencias. De esto hablo en el artículo: lo que nos paraliza no es el miedo, sino no aceptar la realidad como es.
      Si ante una situación uno es consciente de lo que gana, lo que pierde, las dificultades que vendrán, también las oportunidades, no hay problema a la hora de decidir.
      El problema es que nos gustaría que hubiera una opción ideal que no implique sufrimiento y esto… es imposible. Mientras esperamos esta solución mágica se pasa la vida. Por eso yo recomiendo hacer un ejercicio de honestidad, asumir los resultados de tomar una decisión, pero asumirlos de verdad, y dar el paso.
      Espero haberte ayudado Lucero, un abrazo.

  8. Hola que interesante tema !! Me gustaria saber el costo del tarot terapéutico 😊 ! saludos

  9. Interesante artículo. Muchas gracias! En mi caso en muchas ocasiones me siento como el asno de buridan, siendo incapaz de escoger una opción, incluso después de sopesarlas, por llegar a la conclusión de que son igualmente buenas las distintas opciones que tengo.
    Ademas del hecho de que muchas veces desconocemos gran parte de las implicaciones o características asociadas a la decisión que tomamos. Eso sin tener en cuenta que a la hora de sopesar, cabeza y corazón suelen tener opiniones contradictorias sobre lo que queremos.
    Es un tema interesante sobre el que he pensado mucho pero nunca he conseguido la panacea. Muchas gracias por el artículo, que arroja nuevos ángulos o matices en mi enfoque de este gran problema para mi.
    Saludos

  10. Hola amparo hace sólo un par de días a través de pinterest pude conocerte . Me parecen re acertados tus consejos y artículos, me identifico mucho con ellos .
    Con respecto este en especial me cayó como anillo al dedo ya que vivo atornillado en procura de tomar decisiones para bien mío y pues posteriormente para los demás. He tomado decisiones buenas y malas muy malas que han afectado mucho mi autoestima , pero gracias a que hay GENTE muy buena y colaboradora espiritual así como tú podemos decir que no estamos solos en este duro proceso . Me encanta tus artículos. Saludos y buena vibra .

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