En este artículo te voy a presentar una idea que te puede servir de mucha utilidad si estás en un momento de tu vida bajo a nivel anímico, o así se encuentra alguna persona a la que quieres y te gustaría apoyar.

Verás, la mayoría de nosotros, cuando estamos como se dice «de capa caída» o «de bajón», creemos que debemos animarnos.

Así se lo decimos también a los demás: ¡vamos, anímate! ¿No ves la cantidad de cosas buenas que tienes en tu vida? Vayamos a tomar una cerveza al sol y vas a ver que te vas a sentir mejor…

Desde luego, no seré yo quien niegue las propiedades revitalizantes de una bebida fresquita en una terraza con buena compañía, pero miremos esto por otro lado…

Si consideramos que nuestra psique, al igual que nuestro cuerpo, es sabio, ¿no tendrá esta temporada de tristeza, desencanto, agobio o melancolía un sentido, una utilidad?

Si hemos tenido un problema médico y nos han recomendado reposo, ¿nos obligaríamos a hacer un ejercicio vigoroso? No, ¿verdad?

Pues con los estados de ánimo es un poco lo mismo. Cuando uno no se siente bien, cuando la infelicidad empieza a asomar la patita, es momento de parar, escuchar la llamada y no perseguir estar más animados a toda costa…

Porque, no sé tú, pero yo cuando he intentado practicar la gratitud o alegrarme estando desanimada, me ha quedado una cosa extraña, como una gratitud-felicidad falsa, de pastiche. Además, cuando este mecanismo de fingir falsa alegría se mantiene mucho en el tiempo, crea una especie de máscara que hace que no nos sintamos MUY mal, cierto, pero que impide que nos sintamos MUY bien.

Es como que nos vamos desensibilizando a nuestras sensaciones, y a mí esta forma de vivir sí que me parece aterradora: como gris, a medio gas, desvitalizada.

Ahora bien, ¿qué hacer cuando estamos atravesando una etapa dolorosa, o bien una etapa de cierta insatisfacción y pérdida de interés de lo que antes nos llenaba? ¿Nos quedamos así por siempre, nos conformamos, nos atascamos en el desaliento?

No, para nada, no se trata de atascarse en esta amargura.

Yo propongo básicamente dos cosas.

La primera, como tal vez puedes intuir, sería indagar en el origen de este sentimiento y tratar de desentrañar qué nos quieren decir nuestras emociones al respecto, pues todas ellas tienen su sentido y su razón de ser.

No obstante, hoy no voy a hablar de esto (si te interesa, te dejo este artículo que escribí el año pasado donde profundizo más en esta idea: Por qué no deberías suprimir tus pensamientos negativos y qué hacer con ellos).

Y la segunda, es una propuesta más sencilla que la anterior y que te va a traer alivio, e incluso información sobre lo que te pasa, sin caer en esa falsedad de obligarte a estar alegre cuando no lo estás.

Esta propuesta empieza por C.

Y en ella nos vamos a centrar hoy.

Se trata de…

CUIDARTE.

Sí, eso es.

 

En una temporada de bajón, te aconsejo que no pongas el foco en animarte, ni en hacer algo que te apasione, sino en cuidarte.

 

Qué cambio, ¿verdad? ¿No te parece que el cuidado es algo más acorde con un estado de ánimo decaído?

En este punto, te invito a detener un momento la lectura de este artículo y preguntarte: ¿qué entiendo yo por cuidarme? ¿qué cosas en concreto me llevan a mí a sentir que me estoy cuidando?

Porque a continuación voy a dar algunas sugerencias de autocuidado que son aplicables a la mayoría de personas, pero antes de leerlas me gustaría que te tomaras unos segundos para desempolvar las tuyas y anotarlas.

Así que haz una corta parada, … Piensa en una, dos o tres cosas que tú asocias con la palabra «cuidarme» y, cuando las tengas, sigue leyendo.

¿Ya las tienes? Ahora sí, continuemos.

Vamos a hablar de 4 cosas que suelen traer reparación, calma y calidez a la mayoría de las personas, y que podemos hacer por nosotros mismos (porque un abrazo o una palabra amable son, por supuesto, un verdadero bálsamo, pero no siempre están a nuestra disposición, aunque no está de más pedirlos).

Empecemos:

4 formas de autocuidado para cuando estés desanimado y de capa caída

 

1. Prodigarnos cuidados a nivel físico a través de suplementos o productos para depurar el organismo

Una de las primeras cosas en que pensamos cuando hablamos de cuidarnos suele ser la alimentación.

Sin ánimo de denostar la importancia de comer de manera más saludable, es cierto que cambiar la dieta suele ser una opción que requiere una energía y una convicción que a veces no tenemos cuando estamos de capa caída…

Además, otros hábitos saludables como hacer más ejercicio o dejar de fumar nos pueden llevar a un mayor estrés y ansiedad, porque implican disciplina y fuerza de voluntad para resistir las tentaciones. Cualidades que nos suelen faltar en los períodos bajos.

Por todo ello, yo te sugiero empezar con algo facilísimo para cuidar el cuerpo que no implica que hagas esfuerzos, que es el tema de investigar las vitaminas, suplementos alimenticios y sustancias que depuran el organismo.

Concretamente, yo te recomiendo empezar por cualquier preparado a base de plantas que esté indicado para hacer una limpieza hepática, pues es en el hígado donde se acumulan más toxinas (y desde la medicina natural también se dice que es en el hígado donde se almacenan las emociones negativas que nos dañan: resentimiento, miedo, culpa, ira…).

Generalmente los productos para depurar el hígado suelen ir en ampollas bebibles, a razón de una por día, o en envases mayores de los que debes tomar unos mililitros diariamente. Suelen estar preparados para durar de tres a cuatro semanas e ingerirlos en ayunas. A mí me parece una forma excelente de empezar a cuidar tu cuerpo con un bajo esfuerzo, que puedes complementar con una alimentación más saludable hasta donde llegues.

Las vitaminas (especialmente la C y la D) y otros complementos reconstituyentes también me parecen una muy buena opción de autocuidado, porque además no suelen tener ningún efecto secundario ni estar contraindicados.

En fin, si esto te llama la atención, te sugiero que vayas a tu farmacia o herbolario de confianza para asesorarte sobre este y otros productos afines, que además son fáciles de conseguir y a buen precio.

Image

2. Un baño relajante

Existen pocos lujos más accesibles e infravalorados que un buen baño a la semana.

Es una de las rutinas que ha entrado a formar parte de mi autocuidado desde el invierno pasado, y que quiero seguir manteniendo yo diría que de por vida 🙂

Aunque en este punto podemos dejar volar nuestra imaginación y pensar en un baño con velas, flores, espuma, aceites esenciales, música e incluso una copa de zumo o de vino, yo confieso que mi baño ideal (y habitual) no tiene nada de esto. De hecho, no me supone gran cosa: lo único que necesito es una bañera bien caliente, el baño lleno de vapor, pongo sencillamente aceite de almendras dulces y me sumerjo ahí sin prisas… y con un buen libro al lado.

He descubierto que me encanta leer en la bañera, no todo el tiempo, sino más o menos la mitad de lo que dura el baño (el tiempo restante estoy ahí tranquila, simplemente).

Algo importante que quiero anotar es que, con mi baño, no busco que la experiencia sea «religiosa» (muchas veces sentimos cierta decepción cuando nuestros momentos de autocuidado no son esa explosión de placer que habíamos imaginado), simplemente busco relajarme un poco… y funciona. Nada más y nada menos.

Tengo pendiente probar el añadir a mi baño sales de magnesio, porque son depuradoras de la piel y a la vez reconstituyentes. Este artículo al respecto «Cómo darte el mejor baño de magnesio» me ayudó mucho, y te invito a leerlo si quieres explorar el potencial sanador de un buen baño caliente, incluso en verano.

En definitiva, pocas formas de autocuidado me parecen más sencillas y efectivas a largo plazo (porque de eso se trata, de incorporar el baño como una rutina si no semanal, al menos quincenal) que dejar que el agua nos limpie y nos conforte…

4. Llevar a cabo una práctica emocional o espiritual

En cuarto lugar, una manera de cuidarnos cuando no nos sentimos bien, y que además es algo que nos apetece y hacemos de forma casi instintiva, es llevar a cabo una práctica emocional o espiritual.

Ejercicios de respiración, meditar, rezar, leer la Biblia, leer libros de desarrollo personal, leer este boletín ;-), la escritura terapéutica, el yoga, utilizar el tarot como vehículo de autoconocimiento o acudir a terapia con un profesional es algo que «nos pide el cuerpo», y está muy bien que así sea, porque es lo que NECESITAMOS.

En este punto quiero insistir en que, para que una práctica emocional (de conexión y ordenamiento de nuestras emociones) o espiritual (conexión con un ser superior) despliegue todo su potencial sanador la clave es que sea regular.

Si nos sentimos bien haciendo algo, ¡hagámoslo repetidamente!

Me da mucha pena (y me enfada un poco, también) cuando una persona me dice que «escribir un diario» o «hacer determinados ejercicios de respiración» o «contactar con la divinidad en medio de la naturaleza» le hace mucho bien pero que… lo hace una vez y punto. Deja de hacerlo. No es constante.

Bien, en este tipo de cosas HAY QUE ser constantes, obligarse si hace falta. Porque está en juego algo valiosísimo: nuestra salud mental y nuestro bienestar.

Así pues, una vez que encuentres una práctica que te alivie un poco tu sufrimiento, o te ayude a entenderte mejor, o te calme, por favor no la dejes. No siempre tendrás grandes momentos de gloria cuando la lleves a cabo (vuelvo a lo que dije antes: tampoco podemos pretender que cada experiencia de lectura/yoga/meditación sea un éxtasis y te quite todas las penas) pero siempre, siempre, te hará bien, y esto es suficiente como para no abandonarla.

Image

 

En resumen: qué hacer cuando estés atravesando una época de desánimo, bajón o tristeza

Pues mi recomendación principal, que he tratado de desgranar a lo largo de todo esté artículo es que cuando estés atravesando una crisis personal, no intentes animarte sino CUIDARTE.

Y aunque seguro que tú tienes tus maneras particulares de encontrar reparación y cobijo, y te invité a buscarlas al inicio de este boletín, 4 propuestas que sirven para todo el mundo son las siguientes:

  1. Utilizar por un tiempo complementos detox a base de plantas (recomiendo los de limpieza de hígado) y vitaminas.
  2. Un buen baño relajante, integrado en tu rutina semanal o quincenal. Si tienes poco tiempo algo sencillo, sin pretensiones.
  3. Disminuir el uso del teléfono móvil y otras pantallas, además de limitar el tiempo que pasas en aplicaciones que no te hacen bien.
  4. Practicar regularmente una actividad de conexión emocional o espiritual, puedes ir alternando entre ellas también e incluso combinarlas.

Espero que te haya parecido útil este consejo general y estas propuestas, y que te tomes el tema del autocuidado con la seriedad que merece.

Y ya sabes, si tienes cerca a alguna persona que lo está pasando mal, ¿por qué no, en lugar de pedirle que «se venga arriba» le invitas suavemente a cuidarse? Seguro que esta pretensión le parece mucho más apropiada.

<  

Amparo María Millán Ocaña te informa que los datos de carácter personal que me proporciones rellenando el presente formulario serán tratados por mí como responsable de esta web. Finalidad de la recogida y tratamiento de los datos personales: gestionar el alta a esta suscripción y remitir boletines periódicos con información y oferta prospectiva de productos o servicios propios y de terceros afiliados.  Legitimación: Consentimiento del interesado. Destinatarios:  Mailchimp. Ver política de privacidad de Mailchimp.  Derechos: Podrás ejercer tus derechos de acceso, rectificación, limitación y suprimir los datos en info@puedoayudarte.es. Puedes encontar más información sobre Protección de Datos en mi página web, así como consultar mi política de privacidad.

¿Te gustó este artículo?

Recibe los siguientes en tu correo

Escribe un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.