Algunos dicen que las personas intuitivas nacen, yo digo que todos nosotros podemos desarrollar esta capacidad siguiendo determinadas prácticas. En la primera parte de este artículo se explicó qué es la intuición y por qué no es igual que la capacidad profética.

Las personas intuitivas, como decía Caroline Myss, «utilizan la información energética para tomar decisiones en un momento dado». Afinar nuestra intuición y seguir sus principios no es saber lo que nos va a pasar si tomamos una decisión determinada, pero sí es confiar en que eso es lo que tenemos que hacer, lo que más nos conviene.

Puesto que la intuición es una capacidad pre-consciente, es decir más rápida que el pensamiento consciente, no podemos elegir en qué momento aparecerá. Dicho en otras palabras: la intuición no se puede forzar. Es verdad que, con cierto entrenamiento, podemos aumentar su frecuencia de aparición. Pero esa respuesta intuitiva que de repente te hace entrar en un lugar determinado, o acordarte de alguien y llamarlo, o dar con la solución a un problema, o tener una idea fabulosa para un libro, no se puede predecir sino más bien recibir con los brazos abiertos cuando aparezca.

La segunda condición para que la intuición se exprese es tener una actitud divertida y abierta ante la vida. Confiar en las casualidades. Pensar que es posible que nuestra mente almacene mucha más información y datos de los que podemos llegar a imaginar (lo cual es rigurosamente cierto, de esto se aprovecha la publicidad subliminal).

En tercer lugar, podemos ejercitar mucho la intuición en momentos de cambios inesperados. Los contratiempos nos sacan de la forma de pensar habitual y en esa «libertad» de encontrarnos sin planes fijos, una respuesta intuitiva suele aparecer. Suele ser una vocecita que dice: «¿y si lo hicieras, a pesar de todo?» «Total, ya ha ocurrido el desastre ¿qué más puedes perder?» No siempre, pero a veces los cambios de planes traen sorpresas positivas si sabemos escuchar nuestra intuición en vez de caer en el desánimo.

La cuarta recomendación para ser personas más intuitivas es ser valientes. Seguir una corazonada no implica un camino de rosas. El héroe que todos llevamos dentro no se llama «héroe» por casualidad. Se llama héroe porque sale de lo conocido, se enfrenta a peligros externos e internos, sufre, aprende y colecciona victorias y derrotas hasta que mata al monstruo final. Finalmente, cuando llega a casa, es recibido con honores. Si nosotros somos ese héroe y la intuición es «la llamada», hace falta coraje para seguir esas instrucciones.

Hasta aquí las cuatro recomendaciones de la primera parte de este artículo, sigamos inspeccionando qué más podríamos hacer para nutrir nuestra parte intuitiva:

 

5. Estar en conexión con el cuerpo y con las emociones

meditacion

En nuestra civilización vivimos pensando que somos «mentes andantes». Creo que si no tuviéramos enfermedades, dolores o necesidades fisiológicas, habríamos desconectado del cuerpo hace siglos.

El cuerpo se considera un esclavo al servicio la mente o un sistema con vida propia que va por su cuenta (casi nunca advertimos los síntomas iniciales de una enfermedad) pero rara vez es contemplado como un maestro. Rara vez el cuerpo es considerado una parte de nosotros que tiene algo que decir.

Nunca me había parado a pensar en la relación tan curiosa que tenemos con nuestro cuerpo hasta que leí a Thérère Bertherat, fundadora de la terapia corporal conocida como antigimnasia. En «El cuerpo tiene sus razones» (libro que recomiendo encarecidamente, aunque a mí me gustó más el segundo: «Correo del cuerpo») Bertherat dice:

En este momento, en el lugar preciso en que usted se encuentra, hay una casa que lleva su nombre.

Usted es su único propietario, pero hace mucho tiempo que ha perdido las llaves. Por eso permanece fuera y no conoce más que la fachada. No vive en ella.

 

Esa casa, albergue de sus recuerdos más olvidados, más rechazados, es su cuerpo.

 

“Si las paredes oyesen…” En la casa que es su cuerpo, sí oyen. Las paredes que lo han oído todo y no olvidado nada son sus músculos. En el envaramiento, en las crispaciones, en la debilidad y en los dolores de los músculos de la espalda, del cuello, de las piernas, de los brazos, y también en los de la cara y en los del sexo, se revela toda su historia, desde el nacimiento hasta el día de hoy.

 

Fue para mí un descubrimiento extraordinario el que no sólo la mente inconsciente, sino también los músculos del cuerpo, guardan información de lo que nos ha sucedido. Esto explica por qué el cuerpo se pone involuntariamente rígido cuando nos obligan a hacer algo que no queremos o cuando vemos a una persona que nos recuerda a alguien que nos hizo daño. Nosotros quizás querríamos disimular; el cuerpo, sin embargo, nunca miente (que diría Alice Miller)

La intuición, de la forma en que la estamos considerando, no implica sólo un pensamiento. Implica también una emoción o una acción asociadas. Y ambas cosas son dominio del cuerpo.

Si una persona me atrae, aun sin conocerla, y sigo mi intuición de invitarla a salir, ahí no ha habido sólo una idea. Ha habido un sentimiento (de ternura, de atracción sexual, de curiosidad, de amor) que es algo fisiológico experimentado en el cuerpo.

O si voy andando por la calle y de repente, sin pararme a pensarlo, decido pasar a una tienda a lo que sea, ahí no sólo ha intervenido mi mente. De hecho, quizás me he encontrado haciendo el movimiento de pasar a la tienda antes de haber sido consciente de la idea de «voy a pasar». Es esa sensación de estar en un sitio y preguntarte ¿pero cómo he llegado aquí? 🙂 Tus músculos actuaron antes que tu cabeza.

A veces la razón nos dice que hagamos una cosa, pero la sensación corporal nos dice que será mejor otro camino… Y en este caso, vale la pena pararse a valorar con la misma importancia que la razón la respuesta intuitiva del cuerpo.

En la siguiente historia, una lectora (escéptica, como yo) cuenta cómo eligió entre dos oportunidades de trabajo llevada más por sus sentimientos internos que por los factores externos.

 

Siendo una persona bastante escéptica y con los pies en la tierra también la intuición ha venido a visitarme más de una vez en la vida para hacer ¡zasca! y cambiar mis esquemas.

 

Cuando volví de Uruguay andaba un poco perdida con mi vida, volví a casa de mis padres y no sabía bien qué hacer (acababa de terminar otra carrera y las salidas laborales no me acababan de cuajar). Un día que estaba al límite (había tenido una mala noticia con un trabajo grande que no iban a pagarme y al que había dedicado mucho tiempo y esfuerzo) empecé a echar ofertas de trabajo por cuenta ajena. Recuerdo que era de madrugada y encontré algunas con las que parecía que podía encajar.

 

Después de unas semanas de entrevistas, dos empresas me ofrecieron trabajo en firme. La primera me pagaba muy poquito, porque era beca formativa, unos 600 € y en principio sólo por 3 meses, pero estaba muy cerca de casa, me pagaban la comida y el transporte, y me encantó el ambiente. La otra era un trabajo de verdad y un salario más que digno (21000 €/anuales) pero era cierto que no me acababa de ver trabajando allí. No me preguntes por qué, pero no acababa de verme. Además esta segunda opción no acababa de cuajar del todo (me dijeron que me llamarían esa semana y tardaron dos) y en el primer sitio me pidieron que diera una respuesta esa misma semana.

 

Recuerdo que esos días estaba bastante nerviosa (a mí los nervios siempre me van al estómago). Sin embargo, me di cuenta que todos los nervios eran porque mi intuición me decía claramente que cogiera la primera opción y mi entorno y la racionalidad la segunda. Como vida sólo tenemos una, decidí guiarme por lo que me decía mi intuición y escogí la primera. Entré allí como becaria y al mes de entrar quedó libre un puesto de lo mío y mi jefa me animó a que me presentara al proceso de selección. Me escogieron y aquí sigo. Muy feliz ya que es una empresa que me ha valorado mucho y desde el principio ha apostado por mí. La otra empresa volvió a llamarme al mes de tener el contrato y me ofrecieron incluso más salario, pero ya dije que no. Me sentía y me siento muy bien donde estoy ahora, valoro mi vida por algo más que el dinero, y por ahora es una de las mejores decisiones que he tomado guiada por la intuición. Mi trabajo ahora me permite tener tiempo para mí, con un horario cómodo y además es una empresa que cuida mucho a los trabajadores, cosa que hoy en día es difícil de encontrar.

 

Desarrollar la capacidad intuitiva pasa por no ignorar nuestras emociones. Pasa por admitir lo que sentimos aunque lo consideremos «inapropiado». También pasa por ser conscientes de que tenemos un cuerpo, un cuerpo que a veces grita (se enferma) para que escuchemos lo que tiene que decir.

Escuchar el cuerpo y las emociones es tan sencillo como pararnos en mitad de una tarea y preguntarnos: ¿tengo la espalda tensa o relajada? ¿qué siento? ¿qué me pasa? ¿por qué me pasa esto? ¿tengo sed? ¿tengo que ir al baño? ¿necesito descansar un rato? Aunque se puede profundizar mucho más en la relación mente-cuerpo, estas preguntas son un buena forma de empezar.

 

6. Clarificar el pensamiento

Aunque la capacidad intuitiva es propia del hemisferio derecho del cerebro, esto no implica que debamos descartar el pensamiento racional y lo que nos aporta. De hecho, opino que no se puede ser una persona intuitiva si la forma de pensar es desordenada y sin estructura.

Es verdad que en la educación convencional se le da una excesiva importancia el hemisferio izquierdo: leer, escribir, ordenar, memorizar, sintetizar, buscar relaciones causa-efecto. Algunas corrientes más subversivas de la educación buscan todo lo contrario: olvidar esos apuntes aburridos y poner a los chicos a crear, bailar, improvisar, inventar historias y desarrollar su capacidad simbólica.

Lo que aún (me parece) no hemos conseguido entender del todo es que no hay que elegir un tipo de actividad cerebral sobre otra. O lo que es lo mismo: no hay una forma de pensar «mejor» y otra «peor». Este es un juicio de valor que, si lo llevamos a otras partes del cuerpo, nos resultaría ridículo: ¿qué es más importante el riñón o el corazón? ¿priorizamos el buen funcionamiento de nuestros músculos, nuestro sistema nervioso o la capacidad pulmonar?

Por ello, desarrollar la intuición no significa dejar de lado el pensamiento formal. Se puede tener una mente lúcida y ordenada y a la vez una capacidad intuitiva muy potente. Yo diría incluso que esto es lo natural, lo lógico. Y de hecho, la intuición se ve favorecida cuando clarificamos el pensamiento.

Para mí la expresión «mente clara» se resume en una metáfora visual: es como una habitación bella, armónica y ordenada. Puede haber cuadros de muchos colores por las paredes, un estilo más casual o más minimalista, pero siempre es un lugar en el que sentimos calma y en el que sabemos lo que podemos encontrar. Un pensamiento caótico y desordenado, por el contrario, sería una habitación con demasiadas cosas, mezclas que no cuadran, sillas tiradas por el suelo y un sentimiento de que en cualquier momento puede ocurrir un desastre.

Un pensamiento desordenado también provoca que la gente crea cualquier cosa o lea cualquier cosa. Hay libros de autoayuda que (con todos mis respetos) son una auténtica basura, un batiburrillo de cosas que no cuadran la una con la otra y que no llevan a una conclusión clara. También hay escritos que son muy vagos, muy etéreos: «el universo…», «la energía…», «el poder del amor…», «la sanación…» y que ni ayudan a solucionar los problemas cotidianos ni ayudan a ordenar lo que sentimos.

Por el contrario, cuando una persona sabe explicar con palabras sencillas lo que siente y lo que le pasa, cuando sabe dónde está el origen de sus problemas (y esto siempre son eventos concretos, no «el patriarcado» o «la conciencia cósmica imperfecta») cuando observa la realidad como es, con sus peligros y oportunidades, y a las personas como son, sin proyecciones negativas o positivas, esa persona ordena su pensamiento y siente paz. Y entonces, como quien no quiere la cosa, si no rechaza la capacidad intuitivo-creativa de su cerebro, se descubre teniendo impresiones muy fuertes de lo que desea o de lo que tiene que hacer.

Me parece tan hermoso: intuición e intelecto funcionando juntos.

Una mente clara y una conexión con nuestras emociones facilita el trabajo de la intuición. Es más, es precisamente esta claridad mental y emocional la que nos permite distinguir entre la verdadera respuesta intuitiva y lo que son ocurrencias, ideas peregrinas o «chispazos mentales» que no tienen nada que ver con la verdadera intuición.

 

7. Entrenar la capacidad simbólica

El lenguaje verbal o escrito nació como una forma de expresar ideas complejas, pero no ha sido la única a lo largo de la historia. Desde tiempos remotos han existido los símbolos como manera de sintetizar el conocimiento y transmitir aquéllo donde las palabras no llegan.

David Fontana, doctor en psicología y un experto en meditación e interpretación de sueños, habla del poder simbólico en su libro «El lenguaje de los símbolos»:

Los símbolos son expresiones profundas de la naturaleza humana. Han estado presentes en todas las culturas y en todos los tiempos, y desde su primera aparición en las cuevas paleolíticas, han acompañado el desarrollo de la civilización. Hoy, dentro de su contexto, siguen teniendo un fuerte poder evocador para nuestro intelecto, nuestras emociones y nuestro espíritu. […]

 

Un símbolo puede representar algún profundo saber intuitivo que escapa a la expresión directa. […]

 

Pese a haber sido frecuentemente rechazado por el racionalismo occidental, el significado interno de los símbolos conserva hoy toda su carga y sigue apareciendo frecuentemente en el arte, la literatura y el cine, la publicidad, las campañas políticas, los sueños y los cuentos que han entusiasmado a generaciones sucesivas de niños. También se aprecian símbolos en las pinturas y dibujos espontáneos producidos por los niños y por los pacientes en psicoterapia.

 

La utilidad de los símbolos es doble: por un lado, nos acerca a realidades que son difíciles de expresar en palabras, como apunta Fontana. Y por otro lado, los símbolos son un modo de mostrar «verdades incómodas» (la sexualidad, los deseos prohibidos, el miedo a la muerte, el odio reprimido, la insatisfacción, la culpa, el mal, etc.) de una forma menos agresiva que el lenguaje.

Se dice que el trabajo con los símbolos y con los sistemas de símbolos activa nuestro hemisferio derecho y, por lo tanto, colabora con el desarrollo de nuestra capacidad intuitiva. Algunas acciones concretas de trabajo en este sentido podrían ser las siguientes:

 

Prestar atención a nuestros sueños. Los símbolos se despliegan ante nosotros cada noche por medio de los sueños, los recordemos o no, el problema es que no es fácil interpretarlos. Freud era un maestro en la interpretación de sueños (además del primer psiquiatra que realmente les dio importancia) Jung también y Fritz Perls  introdujo el análisis de los sueños en la psicoterapia gestalt. Otros autores, más recientemente (Ann Faraday, David Fontana, Clara Tahoces) han escrito libros muy interesantes al respecto, que puedes leer si te interesa el tema. Pero hay una recomendación mucho más sencilla para poner en práctica hoy mismo: escribir un diario de sueños. Hazlo durante muchos días y al cabo de un tiempo, lee todos lo sueños anotados y busca patrones entre ellos. Busca qué elementos, situaciones, personas o escenarios se repiten y búscales una lógica dentro de tu propia vida. Esos son los símbolos concretos en los que puedes profundizar y sobre los que tu intuición te ayudará a desvelar el significado.

Profundizar los arquetipos que nos constituyen. Se llama arquetipos humanos a cualidades o tipos de personalidad que se representan en forma de figura humana, hombre o mujer. Por ejemplo, el arquetipo de la madre representa la nutrición, el de la bruja una facultad seductora y malvada, el héroe es la personificación del impulso de superación en todos nosotros, etc. Acercarte al descubrimiento de los arquetipos puede ayudarte a desarrollar tu capacidad simbólica y, por ende, tu intuición. Algunos libros que exploran estos conceptos son «Mujeres que corren con los lobos» de Clarissa Pinkola Estés y «Las diosas de cada mujer» de Jean Shinoda para arquetipos femeninos y «Iron John: una nueva visión de la masculinidad» de Robert Bly y «los dioses de cada hombre» de Jean Sinoda para arquetipos masculinos.

La astrología y el tarot son potentes sistemas simbólicos de origen occidental (en Oriente emergieron otros sistemas de símbolos como el I Ching o el tantra). La mayoría de nosotros sólo conocemos el empleo de estas técnicas para adivinar el futuro (a veces, por parte de personajes de dudosa reputación) que es el peor uso que se les puede dar. En su base, la astrología y el tarot expresan vivencias o cualidades psíquicas de las personas por medio de estrellas y planetas (astrología) o arcanos (en el tarot). Es decir, ambas técnicas son formas de representar lo somos y lo que nos pasa en la vida por medio de símbolos. Por eso lo interesante no es utilizarlas para «saber qué me va a pasar esta semana porque mi signo solar es Capricornio» sino profundizar en qué es la energía capricorniana y cómo es la interacción del aspecto «sol» con esa energía. En el tarot (que es un sistema que conozco mejor) la relación entre cada carta o arcano y una experiencia concreta es mucho más evidente. Se pueden utilizar las cartas del tarot para averiguar de qué manera, positiva o negativa, asumimos ciertos roles en la vida, qué experiencias hemos transitado bien, cuáles nos resultan muy difíciles, qué aspecto de nuestra personalidad necesitamos trabajar porque es una debilidad, etc. Hay muchísimos prejuicios respecto a la astrología y al tarot, que te recomiendo dejar de lado si quieres entrar a fondo en el análisis de los símbolos y sus significados.

Por último, otra forma de relajar el pensamiento racional y entrar en contacto con la parte creativa-intuitiva es el arte. Ya sea dibujando por libre o coloreando mandalas (algo que se ha vuelto popular) la pintura es un medio de expresión que nos conecta con el hemisferio derecho y nos lleva a universos poco explorados.

 

8. Reconocer nuestra necesidad espiritual

espiritualLa palabra «espiritual» puede significar muchas cosas pero básicamente es el intento de contactar con algo más grande que uno mismo. Con algo o alguien que lo sabe todo, que nos protege y que conoce el sentido de todas las cosas.

Si tomamos la intuición en su sentido más místico, considerado que esa voz interior viene de un lugar más allá del sistema mente-cuerpo, entonces una forma de potenciarla es a través del trabajo espiritual.

Cualquier forma de desarrollo espiritual (rezar, meditar, visitar un templo, hacer una peregrinación) implica dos cosas. La primera, es preciso tener una actitud receptiva y de silencio. Tenemos que dejar un espacio para que esa Palabra sagrada se pueda escuchar, aunque el mensaje no nos guste. Y por otra parte, el trabajo espiritual implica una rendición. Asumimos que no lo sabemos todo, que no lo podemos todos, que hay algo mucho más grande que nosotros mismos y que es hora de entregarse «a lo que tenga que ser». Por paradójico que parezca, esta sensación suele traer alivio.

Hay muchas formas de dar espacio e impulsar esta vena espiritual, casi todas sin coste o muy baratas. Algunas que se me ocurren podrían ser las siguientes:

  • Contemplar el cielo de noche (tan sencillo como esto)
  • Pasar tiempo en un templo o iglesia de forma esporádica o asidua
  • Rezar antes de ir a dormir
  • Hacer algún rito sagrado (puede ser inventado) a solas o en compañía
  • Realizar una peregrinación a un lugar de culto
  • Leer textos religiosos, chamánicos o relacionados con la espiritualidad ancestral
  • Pasear por un cementerio y empaparse de lo que es el ciclo de la vida (vivir-morir)
  • Pasar una noche en vela en algún lugar sagrado
  • Conversar con personas que tienen un contacto estrecho (y verdadero) con el lado espiritual
  • Buscar un sentido positivo a nuestras experiencias traumáticas y negativas. Verlas como un camino de iniciación espiritual, un camino para mejorar como seres humanos.

Algunas personas pueden mostrar reticencias a realizar alguna de estas actividades. Me consta que hay gente que se pone rígida nada más pasar a una iglesia, aunque la mayoría son lugares bonitos y tranquilos, pero como yo digo siempre: prueba. Experimenta por ti mismo distintas formas de contactar con tu lado místico y trascendental, no hay mucho que perder.

 

9. Interactuar con el medio

Si en vez de la visión espiritual consideramos la definición más científica de la capacidad intuitiva (explicada en el artículo anterior), según la cual la intuición es una respuesta pre-consciente del cerebro tras el análisis de millones de datos, una forma de afinar esta intuición será aumentando los inputs (o datos de partida) que recibe el cerebro. Es decir, podemos mejorar nuestra capacidad intuitiva viviendo más y más variadas experiencias.

En este artículo de El País titulado ¿Podemos fiarnos de la intuición? los autores describen el mecanismo de la siguiente manera:

Gran parte de la intuición se adquiere mediante la interacción con el medio»

 

Si intentamos diseccionar el proceso de la intuición vemos claramente tres fases. En primer lugar, el cerebro recopila datos de la experiencia; seguidamente los procesa de forma inconsciente y automática, y en tercer lugar aparece repentinamente el resultado o la conclusión de este procesamiento en nuestra consciencia. Por tanto, si queremos mejorar nuestra intuición debemos optimizar estas tres fases.

Cuanta más experiencia vital acumulemos, cuanto más observemos la realidad sin prejuicios, cuanto más aprendamos ya sea mediante libros o mediante conversaciones de madrugada con nuestros amigos, más datos tendrá nuestro inconsciente para elaborar sus respuestas intuitivas.

No desdeñes una película no comercial, un plato de comida de otra cultura, una charla con alguien que trabaja en algo atípico, un viaje fuera de los lugares que sueles visitar o una afición nueva que se te ha metido en la cabeza. Así que la novena manera que te propongo de alimentar tu creatividad y tu intuición es: adentrándote en el emocionante camino de lo desconocido…

 

Vamos terminando

Hay mucha información en este texto, por lo que  sería un buen ejercicio ahora mismo el que cerraras los ojos y, de todo lo que has leído, pensaras en qué ha sido lo que más te ha inspirado o impactado. ¿Que te viene a la cabeza?

Eso que primero has pensado es quizás lo que más necesitas hacer. Por ahí puedes empezar.

Otras preguntas para seguir profundizando en tu capacidad intuitiva actual pueden ser las siguientes:

¿Sientes que tienes un cuerpo? ¿Te fías de tus sensaciones corporales ante una persona o acontecimiento, como el disgusto, el miedo, el entusiasmo o la serenidad?

¿Cómo actúas ante una emoción intensa? ¿La rehuyes o indagas en su significado?

¿Te parece que hay una lucha entre tu lado analítico-racional y tu lado creativo-intuitivo? ¿Por qué esa lucha?

¿Qué hábitos o lecturas te ayudarían a clarificar y estructurar tu pensamiento?

Cuando has leído la parte de los símbolos ¿qué actividad te ha llamado más la atención? ¿Qué podrías hacer?

¿Llevas una vida abierta a nuevas personas y experiencias? ¿Qué se te ocurre que podrías hacer inusual o novedoso la semana que viene?

 

Centrada y bien dispuesta, la intuición puede ser una fuerza poderosísima en nuestras vidas. Empezar a entrenarla, al igual que lo hacemos con nuestro cuerpo, con nuestro conocimiento o nuestras habilidades, es sólo cuestión de constancia y compromiso.

No te quedes en la teoría y empieza a practicar el empleo de tu mente intuitiva. Consigas o no resultados sorprendentes en poco tiempo, el proceso en sí mismo es fascinante. Hay todo un mundo indómito e impredecible más allá de los límites de la razón que espera ser descubierto…

¿Te atreves a saltar y ver qué hay al otro lado?

 


Créditos de las imágenes

Imagen destacada (1) : 15-06-10 de Βethan via Flickr Creative Commons

Imagen 2: Reeditando por Lucía Puertas via Flickr Creative Commons

Imagen 3: Sin título por Lucía Puertas via Flickr Creative Commons

 


 

** Si has leído este artículo con interés, significa que eres una persona interesada en el lado racional, pero también en la parte intuitiva de la vida.

Yo también soy así: no me decanto ni por las funciones del hemisferio izquierdo (analítico, racional, estructurado) ni por las del hemisferio derecho (creativo, salvajemente caótico, intuitivo) porque necesito y adoro estas dos partes que me constituyen. Y que también te constituyen a ti. Y a todo el mundo.

Gran parte de mi vida, digamos hasta los 28-29 años, la pasé enfocándome al máximo en mis funciones analíticas. No es extraño, porque el sistema educativo está hecho para eso: para el hemisferio izquierdo, para el razonamiento lógico y una forma de ver la vida en la que «lo que no se puede explicar» sencillamente no existe. No digo que esté mal, porque yo agradezco mi formación científica y estructurada, pero es una manera parcial de ver la vida.

Fue a partir de mis 28-29 años cuando, de una forma bastante espontánea, empezaron a despertarse en mí intereses que tenían que ver con lo emocional, lo misterioso y lo espiritual de la existencia, y no sólo eso, sino que empecé a apreciar el VALOR de estas experiencias. Es verdad que siempre he sido una persona (para bien y para mal) muy conectada con mis sentimientos, pero lo veía más como una debilidad que como una oportunidad. Qué cosas, estoy segura de que tú has pensado lo mismo y admirabas en secreto a esas personas fuertes, disciplinadas, seguras de sí mismas en todas circunstancia y que no se dejaban «influir» por su estado emocional…

En estos últimos años, he descubierto que nuestra parte sensible, creativa, intuitiva, a veces también indolente, no es un enemigo a combatir o una debilidad que ocultar, sino una amiga que nos trae un regalo fabuloso.

Como culminación de ese proceso de contacto con «mi otro lado», en 2015 empecé a aprender tarot terapéutico (aún no sé muy bien qué andaría buscando en Google para dar con la página de la escuela) y hoy realizo sesiones intensivas utilizando el coaching y el tarot, el lado analítico y el lado intuitivo, mi parte práctica obsesionada por «aterrizar» las ideas y mi parte soñadora que quiere que escuches un rato a tus fantasías.

Tienes toda la información de este servicio de coaching y tarot AQUÍ.

Si quieres hacerte un hermoso regalo, contáctame y descubre de qué manera tu intuición puede ayudarte a vivir con más claridad, más impulso y más conexión con tu propósito verdadero.

Te espero. 😉

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5 Comentarios

  1. Querida Amparo, leí recién los dos artículos sobre Intuición y me encantaron: disfruté la lectura y en distintos párrafos me sentí profundamente identificada. En mi experiencia me ha servido mucho el trabajar una actitud receptiva y asumir el viaje por la vida con valentía y disfrutando. En el día a día intento no perder de vista la conexión con el cuerpo, las emociones y el mundo espiritual, equilibrar lo racional y lo intuitivo, y siento que es un objetivo constante para mí el nutrir lo cotidiano de variadas experiencias y aprendizajes. Me quedan muchas tareas, y sin duda una que me llama la atención hoy es entrenar la capacidad simbólica. Gracias por el recordatorio y por la invitación constante a la reflexión!
    Un abrazo desde el sur de Chile!

    • Amparo Millán Responde

      Hola Juanita y gracias por compartir tus experiencias 🙂
      Por lo que cuentas, mantienes un equilibro bastante interesante entre cuerpo, mente y espíritu; razonamiento e intuición y actuar pero a la vez estar receptiva. No me cabe duda de que en estas circunstancias las cosas te van bien y aprendes mucho por el camino!
      Si te ha llamado la atención la parte de entrenar la capacidad simbólica, podrías empezar por ahí. Apuntar los sueños es un ejercicio muuuy sencillo, y que al cabo del tiempo nos lleva a conclusiones interesantes. También, si quieres probar algo nuevo, puedes acudir a una consulta de astrología o tarot con una persona que te inspire confianza. Las dos vías pueden ser muy reveladoras para descubrir algo nuevo de ti misma.
      Un abrazo de vuelta para esa hermosa tierra!

  2. Hola Amparo!
    Muy buen articulo!
    Queria compartir que hay tecnicas en las q se usa la Intuición con distintos motivos.
    La Kinesiología es un sistema q usa la mediciona china, chakras,…etc y a través de las respuestas musculares del cuerpo o por la Intuición del terapeuta, pretende equilibrar el cuerpo y asi sanar enfermedades o problemas.
    El Método Yuen es otro ejemplo de las posibilidades que la Intuición está abriendo, justo como explicas en el artículo con la parte racional e irracional, desde una posición de Neutralidad por parte del que resuelve problemas.
    Gracias por tu artículo!
    Un abrazo,
    Mar

    • Amparo Millán Responde

      Muy interesante tu aporte Mar, no sabía de la kinesiología (había oído la palabra pero no sabía a qué método hacía referencia) así que gracias pro compartirlo.

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