Cuando estamos en medio de una crisis vital, solos, perdidos y sin saber qué hacer, como si fuéramos un barco a la deriva bajo una tormenta, hay una afirmación que puede traernos calma (curiosamente) y es la siguiente:
» No sé qué demonios está pasando y eso está bien»
No es mía, es de Martha Beck, y la he leído en su libro «Encuentre su propia estrella polar».
Martha Beck era una brillante profesora de Harvard, con vistas a quedarse ahí muchos años y hacer una fulgurante carrera académica, cuando un acontecimiento inesperado hizo que su mundo se hiciera pedazos: descubrió que el hijo del que estaba embarazada tenía síndrome de Down.
Como parte de una institución en la que la inteligencia y el talento académicos son los valores supremos, puedo imaginar lo desolada y perdida que se sintió esta joven profesora al enterarse de la noticia…
En contra de la opinión de la mayoría de sus colegas, y sospecho que después de muchas noches de llanto, rabia y desvelo, decidió finalmente que iba a tener a su hijo. Y ahí empezó una segunda crisis en la que tuvo que replantear su vida, sus valores, su entorno, y hacer un duelo porque su vida ya no iba a ser como ella la había imaginado…
Con esa decisión de seguir adelante con su embarazo, empezó el periplo vital de la señora Beck: dejó su puesto en Harvard, escribió un libro precioso contando sus emociones sobre el nacimiento del bebé («Esperando a Adam«), se mudó con su marido a la comunidad mormona en Utah en la que había crecido, salió de ahí pitando al cabo de unos años y luego hizo muchas cosas más (su vida no tiene desperdicio, creedme) hasta llegar a ser la coach más famosa en Estados Unidos.
Como ella misma escribe en sus libros, esos momentos de crisis vital en que tuvo que partir de cero y cambiarlo TODO fueron devastadores… pero también trajeron enormes regalos, en forma de una vida más auténtica y libre, una vez atravesados.
Pero quedémonos en esa primera etapa, la de la crisis existencial. Un día, de pronto, nuestro mundo ha dado la vuelta y no sabemos qué hacer. Los valores que antes nos guiaban ahora ya no nos sirven. Las personas que eran muy importantes, de repente se han ido de nuestro lado. La persona que éramos tiene que cambiar, nos guste o no, porque la vida ha cambiado. Y todo eso por no hablar de nuestras emociones, que en momentos de crisis imprevistas cambian cada tres minutos y nos agotan.
En medio de todas esas dificultades, una de las cosas que nos paraliza es pensar que: «tenemos que hacer algo rápido» para salir de ahí o el hecho de que «tenemos que saber qué hacer». Por eso la afirmación que propone Martha Beck («no sé qué demonios está pasando y eso está bien«) me parece tan valiosa. Porque valida lo que sentimos y no nos presiona.
Cómo NO se superan las crisis (y como sí)
Las crisis son momentos se cambio en que, por definición, no tenemos que saber lo que hacer. De hecho, hemos de construir un yo nuevo y una vida nueva y eso se hace a prueba y error. Por eso los momentos de transición están llenos de torpeza, equivocaciones, enfados, decepciones, aprendizajes y pequeños éxitos y fracasos. Es así, nos guste o no.
Quien pretenda que una crisis pase sin despeinarle, sin que nada cambie, sin decisiones desacertadas, sin sentimientos tumultuosos e incomprensibles, se está equivocando. Y va directo a una segunda crisis aún mayor.
Lo mejor que podemos hacer en esos momentos de desesperanza e incertidumbre es RENDIRNOS, rendirnos a la evidencia de que no tenemos ni idea de qué hacer, de que todo es nuevo, duele mucho y que, a pesar de todo… «todo está bien».
Comenta la autora:
No se imagina de qué modo esta frase [«no sé qué demonios está pasando y eso está bien»] le puede tranquilizar. Realmente, está bien no saber lo que está sucediendo. El verdadero peligro se encuentra en fingir saberlo cuando no lo sabe.
La peor manera de encarar una crisis vital es ignorando esta verdad. Por ejemplo, fingiendo que todo está bien de puertas afuera cuando nuestro mundo interior está desolado. O pretendiendo no equivocarnos y hacer todo bien, cuando por definición para aprender a vivir en un mundo nuevo tendremos que producir algunos errores.
Por eso, cuando atravieses uno de estos momentos de cambio complicados, producto de una crisis que viene de fuera o como una transición deseada hacia la vida de tus sueños, acuérdate que no tienes que saber qué hacer, ni lo que está pasando exactamente, porque lo descubrirás con el tiempo.
«No sé qué demonios está pasando y eso está bien»
Espero que hagas de esta una afirmación que te facilite la vida en momentos complicados. Para mí no saber qué hacer en algunas ocasiones, y sentirme bien a pesar de todo, está siendo toda una experiencia.
¡Ánimo y valor para los momentos de incertidumbre, viajer@!
Créditos de la imagen: GetStencil
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2 Comentarios
Hola, en estos momentos estoy pasando por una crisis de fe y no se como enfrentarla, pasa que desde ya hace unos 15 años que soy experto en prevención de riesgos laborales y me hacia feliz trabajar en esto, pero desde hace un tiempo que perdí el rumbo y no se que hacer. Aparte del estudio formal hice algunos post grados en normas internacionales y la verdad que poco y nada las utilce o nunca trabaje directamente con ellas y al parecer en esta materia como que tooodo el mundo tiene algo que decir y nos llenan de nuevos programas y actividades todos los días, (es como que los arboles no dejan ver el bosque) y se perdió el camino, lo mas terrible es que conrveso con otros colegas de otras empresas y están igual que yo (perdidos, aburridos, y sobrepasados), incluso he pensado en dedicarme a otra cosa aunque este menos preparada pero librarme de esta angustia que yo siento, pero esas otras actividades son menos remuneradas y obvio que tengo que mantener una casa y mis hijos, nunca le he sacado el trasero a la jeringa pero hoy no se que hacer, me re encanto con mi profesión o mejor me dedico a otra cosa????.
Hola Paula, yo no tengo la respuesta que buscas. Te podría decir «sigue con tu profesión» o «dedícate a otra cosa» por azar. Cada una de las opciones tiene sus pros y sus contras. Tendrás que elegir una y ASUMIR LAS CONSECUENCIAS. En cuanto tomamos una decisión, la que sea, y entendemos lo bueno y lo malo que nos trae, se elimina la angustia de la indecisión.
De todas formas, pienso que el mayor problema de tu vida no puede ser justo ese. Elegir entre un trabajo y otro no puede ser algo que te tenga tan perdida, con «crisis de fe» como dices, paralizada. Me da que hay algo muy por debajo… Una inseguridad y un miedo a la vida que tienen hondas raíces. Ahí tendrás que explorar un poco.