8 lecciones aprendidas después de escribir 100 entradas en un blog

** El artículo que estás a punto de comenzar a leer fue escrito originariamente el 6 de mayo de 2017. Hoy, 29 de diciembre de 2023 (no me lo puedo creer, ¡más de seis años después!) he decidido retocarlo y hacer una actualización.

Para que no se pierda la frescura con la que fue escrito, voy a añadir las nuevas anotaciones con letra cursiva y precedidas por dos asteriscos, como este texto, especificando que lo escribo en 2023. De esta manera, estableceré una especie de diálogo con mi yo del pasado que espero que te resulte útil e inspirador, y te convierta en testigo de mi proceso.

Vamos allá:

En la primavera de 2014, mientras estudiaba el máster de coaching al que me había anotado el año pasado (hecho que fue el inicio de un cambio personal y profesional que no esperaba) se me ocurrió crear esta web y este blog.

Lo hice como parte de mi proyecto de fin de máster, pero como me gustaba escribir y ya tenía experiencia con otros blogs, después lo continué para mí.

Al principio iba escribiendo artículos de manera esporádica, conforme me apetecía, pero en agosto de ese año 2014 decidí comprometerme a publicar contenido de forma regular: un nuevo artículo cada semana.

En su inicio, empecé publicando los viernes y al cabo de unas semanas decidí que iba a escribir un boletín (que a mí siempre me ha gustado más esta palabra que newsletter) cada vez que escribiera un artículo nuevo.

¿A quién? Pues añadí en ese momento una caja de suscripción en mi web (la primera persona desconocida qeu se suscribió me hizo una enorme ilusión, aún recuerdo su nombre: Bibiana) y les dije a algunos amigos y conocidos del master de coaching que si querían recibir mis artículos, y todos ellos me dijeron que sí.

** Actualización de diciembre de 2023: ¿Te gustaría saber cuál fue el primer e-mail que envié, concretamente el 1 de agosto de 2014? Fue este. Como ves, todo era diferente: el diseño, mi presentación, el estilo… No había vuelto a recuperarlo hasta ahora.

Ahora me da una ternura inmensa acordarme de esa etapa, en la que empecé enviando mails cada semana a 10 personas (sé el número exacto porque lo acabo de mirar).

Al cabo de unas semanas, descubrí que en realidad me apetecía más publicar y enviar los e-mails en sábado.

Ese era mi momento favorito de la semana para desayunar con tranquilidad y leer todos los artículos que se me antojasen, desde el móvil, sin prisa por entrar a trabajar, y supuse que a mis treinta suscriptores del momento también. Y así nació el «boletín de los sábados«, con el subtítulo: un momento de reflexión para empezar bien el fin de semana.

Durante este tiempo que va desde agosto de 2014 hasta mayo de 2017 he seguido construyendo, poquito a poco y sin cansarme nunca, este blog que a día de hoy dispone de 100 artículos.

** Actualización de 2023: ¡a fecha de hoy son 200! 

A veces escribía cada semana y otras cada dos. En ocasiones retocaba textos antiguos en vez de crear nuevos contenidos. El caso es que este proyecto ha ido creciendo sin prisa pero sin pausa, de forma orgánica, todo lo contrario de ese «fácil y rápido» que está tan de moda ahora.

A la pregunta: ¿cómo se pueden 100 artículos para un blog, más bien largos y con un mínimo de calidad? mi respuesta es esta: con pasión, con paciencia, con esmero, mejorando continuamente (sin llegar a un punto obsesivo) y disfrutando del proceso.

** Actualización de diciembre de 2023: A día de hoy daría la misma respuesta.

En todo este tiempo he aprendido, sin buscarlo explícitamente, algunas lecciones sobre productividad, perseverancia, gestión del cambio, miedo al fracaso y gestión del tiempo que me gustaría compartir ahora contigo con la intención de que alguna puedas aplicarla a tus proyectos.

¿Me acompañas en este viaje de revisión y recapitulación? Vamos con ello:

8 lecciones aprendidas tras escribir 100 entradas en este blog.

Lección nº 1: La constancia se entrena, no hay que esperar a nacer con ella

Que la perseverancia es imprescindible para alcanzar el éxito (yo diría que es la principal cualidad de los triunfadores) lo sabemos todos.

Lo que creo que no tenemos tan claro es que esta cualidad se puede entrenar. Que no hace falta «nacer» con constancia o con fuerza de voluntad.

Incluso aunque seas una persona con tendencia a la dispersión, la ensoñación o el trabajar despacio, puedes entrenarte en el arte de ser constancia. Yo tengo estas tres características (¡mi carta natal está llena de agua!) y sin embargo he sido increíblemente perseverante con este blog.

Uno de los motivos por los que no somos constantes es que creemos que no podemos serlo. Tenemos la idea de que si no nacimos constantes o disciplinados, mala suerte, debemos resignarnos a dejar las cosas a medias y a rendirnos a mitad de camino.

Y esto es falso: la disciplina o la perseverancia son cualidades que se entrenan. Es más, como los músculos, a veces pasamos temporadas perezosas o desorganizadas (unos días, unas semanas, unos meses) y luego necesitamos un tiempo de habituación para «ponernos al día».

Cualquier persona tiene la capacidad de ser constante en un objetivo que es importante para ella (otra cosa es obligarnos a perseverar en algo que no nos gusta ni encaja con nuestros valores) basta con encontrar un método que le funcione y practicar con él día tras día.

En resumen: no te conformes con esa idea de «yo no puedo ser constante» ni permitas que te aleje de tus sueños. Busca la manera de entrenar y potenciar esta capacidad que ya está en ti. Verás que cuando encuentres tu método, ser perseverante será una cosa que te saldrá sola y sin demasiado esfuerzo.

Lección nº 2: El exceso de perfeccionismo paraliza

Si esperamos a lanzar algo al mundo cuando esté perfecto, posiblemente no lo haremos nunca. Porque nunca estamos TOTALMENTE preparados para algo. Ni para una relación, ni para el primer trabajo, ni para dar clase, ni para exponer un conjunto de obras, ni para ser padres, ni para montar un negocio.

** Actualización a diciembre de 2023: A día de hoy, ¡me alegro tanto de no haber esperado a sentirme «suficientemente preparada» para escribir o para ser coach! En ese caso, sospecho que nunca lo habría hecho. Habría seguido teniendo fantasías de cambio, pero no habría dado el paso.

Algo que una va aprendiendo conforme se hace mayor, y especialmente se rebasa la barrera de los 40, es que la vida siempre se complica. Es difícil encontrar un momento en que estemos menos ocupados o más preparados que ahora. La sabiduría consiste en tener coraje para aprovechar las oportunidades con los recursos que tenemos. Bueno, cierro el paréntesis y sigo con mis reflexiones de 2017 🙂

Como nunca nos sentiremos SUFICIENTEMENTE preparados, hay que tener la valentía suficiente para dar un paso cuando nos sentimos medianamente preparados (esta es la palabra que lo cambia todo: «medianamente»). Y entender que el resto de la preparación ocurrirá durante el proceso.

En mi caso, cuando releo los primeros artículos que escribí en este blog veo errores por todos lados. Las ideas estaban mezcladas, faltaba estructura, las imágenes no eran adecuadas, a los títulos les faltaba atractivo, ¡pero si incluso he encontrado errores tipográficos!

Y sin embargo… lo que me asombra es que esos artículos eran publicados, leídos, comentados y a muchas personas les gustaban. Además a mí me servían para darme a conocer al mundo y entrenar mi forma de escribir.

Si en vez de «lanzarme a la piscina» con lo que tenía me hubiera esperado a escribir el post perfecto, lleno de grandes y jugosas ideas, hoy no estaría contando esto, sino soñando con «qué bonito sería tener un blog con 100 entradas«.

¿Ves? Eso es lo que sucede cuando esperamos a que algo esté perfecto para lanzarlo: que soñamos, y le damos vueltas, y pensamos «qué bien estará mi vida cuando esto pase por fin» pero no damos pasos para que eso suceda en la realidad. Vivimos postergando en el tiempo la decisión y también posponiendo todo el proceso de aprendizaje que irá sucediendo.

Conclusión: No esperes a que algo esté perfecto, sino a que sea lo suficientemente bueno. Este es un mejor y más realista punto de partida.

** Actualización de 2023: No aspires a sentirte totalmente preparado para un cambio, pero yo tampoco te voy a decir que seas impulsivo y hagas las cosas sin preparación ninguna. Esto es temeridad, no valentía. El punto idóneo para empezar con un proyecto es sentirse MEDIANAMENTE preparado, recuérdalo.

3. Aun sin pretenderlo, se mejora en algo con la práctica y el tiempo

Algo que tiene que ver con el punto anterior es que cuando repetimos una tarea una y otra vez vamos mejorando con el tiempo aunque no nos demos cuenta. Es decir, que la mejor manera de ser buenos en algo es practicar mucho.

Si quieres crecer en cualquier ámbito, la práctica es fundamental. Práctica y tiempo. En ciertas etapas, no necesitas mucho más.

La formación también es muy necesaria, no me malinterpretes, pero a veces acudimos a ella como «comodín» para evitar la práctica. Llega un punto en que para avanzar en una habilidad (escribir, tocar la guitarra, hablar un idioma, vender mejor, gestionar mejor el dinero, hacer sesiones terapéuticas) es más eficaz practicar durante un año de forma regular que hacer diez cursos de formación.

¿La receta perfecta? Combinar formación con mucho tiempo de práctica, y confiar en que nuestro cerebro está capacitado para mejorar a base de practicar, sin que tengamos que proponérnoslo expresamente.

** Actualización de 2023: Yo diría que la práctica se nos queda corta cuando, después de un tiempo de hacer algo repetidamente, notamos que ya no crecemos o nos estancamos. Este es el momento ideal para salir ahí afuera y buscar nuevas formaciones y mentores que nos descubran aquellos puntos a los que, por nosotros mismos, no habríamos podido llegar o habríamos tardado demasiado tiempo en descubrir.

Lección nº 4: Para mí, un trabajo bien hecho es mejor que cinco trabajos mediocres

Esta es una conclusión personal con la que muchas personas no estarán de acuerdo (porque ahora se lleva producir mucho) y podría resumirla con esta frase: prefiero lo poco y bueno que lo mucho y malo.

Hace unos años, buceando por blogs de distinto tipos, me topé con la temática del minimalismo. Esa forma de vida en la que tenemos menos cosas pero más importantes, menos trabajo (y menos dinero) pero más tiempo libre, menos objetivos pero más esenciales.

Me encajó inmediatamente este ideal minimalista porque veo que en el mundo hay sobresaturación de todo tipo: de productos, de opciones, de información, de libros, de series,  ¡incluso de deseos y expectativas!

También sucede en el mundo online: muchas personas que tienen un blog se ponen el objetivo de publicar cuantos más artículos mejor, para ser favorecidos por google. De este modo, he visto páginas con más de 500 artículos, muchos de ellos similares entre sí y con calidad variable, en las que se hace difícil buscar lo esencial porque hay mucha paja que separar.

Desde el principio yo sabía que no iba a hacer un blog siguiendo este enfoque de «cuanto más, mejor». No quiero generar toneladas de información que luego haya que filtrar.

Prefiero escribir un buen artículo cada 15 días en vez que dos de peor calidad cada semana. Y a veces me decanto por revisar y ampliar artículos antiguos que por crear contenido nuevo (algo que a mucha gente le sorprende y ve «poco práctico»).

**Actualización de 2023: Esto es justo lo que estoy haciendo ahora 🙂

Sé que con estas estrategias me alejo de las tendencias en el mundo del blogging y pierdo oportunidades con el dios google que adora el contenido «fresco», pero no me importa. Porque considero que el mundo sería un lugar mejor, más bello, más apacible y menos abarrotado, si todos hiciéramos menos cosas pero de mejor calidad.

¿Te sumas a esta forma de vivir y trabajar?

** Actualización de 2023: Me hace cierta gracia leer esta lección de hace seis años porque creo que hoy sí hemos entrado en esta etapa en que la mayoría de las personas prefieren el «menos, pero mejor». Es verdad que en aquel momento, sobre todo con el tema del posicionamiento de google, había mucha competencia en los blogs por producir mucho contenido.

A día de hoy, teniendo chat GPT que podría generar un sinnúmero de post al día, la apuesta por la calidad y lo personal no puede sino seguir. No podemos competir con las máquinas en cuanto a la cantidad, así que no nos queda más remedio que hacerlo con respecto a la calidad.

Lección nº 5: Elijo ir despacio a propósito, y me gusta

Otra manera con las que me desmarco de la tónica productivista es esta: me gusta hacer las cosas despacio adrede. Me parece que es una manera no sólo de disfrutar más el tiempo presente, sino de vivir con menos estrés.

Tengo que admitir que he llegado a este punto slow después de algunas tandas de frustración y culpa. Al principio me sentía muy improductiva cuando dedicaba horas a escribir mis artículos, o empleaba demasiado tiempo en las sesiones de coaching. Intentaba, sin éxito, mejorar mi eficiencia en estas tareas utilizando alarmas, horarios, animándome a trabajar más rápido.

** Actualización de 2023: A veces todavía me desespera un poco esta manera mía de trabajar lenta, tengo que decir, jajaja.. 

Sobra decir que no tuve éxito. He aprendido que no me gusta hacer las cosas con prisa, y que mi forma de pensar requiere calma y profundidad. Y sólo puedo descender a lo profundo si me doy tiempo… Así que ahora no me agobio si no acabo en hora las sesiones de coaching (me suelo pasar del tiempo establecido) ni miro el reloj cuando escribo los artículos. Fluyo con el tiempo y con las circunstancias.

Lo sé, esto es muy poco eficiente, pero no me sale hacerlo de otra manera. Yendo despacio y sin mirar el reloj disfruto de lo que hago y me sale mejor. Si fuera al revés y pudiera dar lo mejor de mí trabajando a contrarreloj, me encantaría, pero es que no lo es.

Así que por ello, te digo: si tú también das lo mejor de ti cuando te permites no mirar el reloj, cuando te olvidas de esa idea perniciosa de que «hay que ahorrar tiempo», sigue mi ejemplo y rompe las reglas de la productividad. Elige ir despacio a propósito y mira… que sea lo que Dios quiera…

Lección nº 6. Escribir de forma salvaje y libre es más divertido que revisar y corregir peeero…

Lo más divertido a la hora de escribir un artículo es la primera parte: cuando empiezas a trasladar con pasión todas la ideas al papel, sin mucho orden y utilizando lo primero que te viene a la cabeza. Pasa lo mismo en cualquier proyecto creativo: la primera fase, creativa y alocada, es la más divertida.

Sin embargo, después de ese vibrante momento de inspiración nos toca perfeccionar nuestra obra y aquí viene el problema: que la fase de revisar, corregir y mejorar es muuucho más tediosa. Y más lenta. Y no obstante, es la que diferencia un trabajo mediocre de un trabajo extraordinario.

¿Qué es más divertido, crear una receta de cocina de la nada, o hacer decenas de pruebas para medir la cantidad justa de un ingrediente que da un sabor excepcional? Sin duda lo primero. Eso sí, sólo seremos grandes cocineros si somos capaces de aguantar con paciencia estas sesiones largas y un poco aburridas de correcciones y ajustes.

Con la moda del emprendimiento pasa un poco igual: es mucho más divertido y estimulante tener una idea de negocio, y hacer un plan, y diseñar una web bonita, que trabajar día a día como una hormiguita corrigiendo pequeños fallos y ajustando parámetros de aquí y de allá. Pero sólo llegaremos al éxito si somos buenos y constantes en esta fase.

Por ello, y si tienes entre manos un proyecto creativo a cualquier nivel: no te deprimas si la fase de perfeccionamiento te aburre un poco.

No es que te falte motivación, sino que no todo en la vida es chispa, diversión e impulso. Después de la aparición de una idea inspirada, llega la fase de materializarla e ir ajustando esa idea, donde lo que importa no es tanto creatividad sino la  paciencia.

Hay que saber en qué momento nos encontramos y qué aptitudes requieren  las diferentes fases de un proyecto, y no siempre la manera de actuar es chispeante y divertida.

** Actualización de 2023: Ratifico completamente esta idea. Es más divertido empezar cosas aquí y allá, descubrir y explorar, que elegir algo en concreto, adentrarse a fondo y perfeccionarlo. Esto pasa porque tendemos a idealizar el proceso creativo y la construcción de un proyecto o una carrera profesional.

En cualquier meta, por fascinante que sea, en algún punto vamos a encontrar una piedra difícil de romper (que nos va a requerir más esfuerzo del que pensábamos) o el tedio. La madurez consiste en tener paciencia, aguantar estos momentos difíciles, y esperar la recomenpensa de la satisfacción que llegará después.

Lección nº 7. A veces las expectativas lector/escritor no coinciden, y no pasa nada

Lo que diferencia a un triunfador, en cualquier ámbito, de una persona que se esconde en casa por miedo, es la capacidad de hacer frente a decepciones, fracasos y frustraciones.

Como la mayoría de las personas, yo he tenido un miedo irracional a fracasar, a que algo saliera mal.

Cuando empecé a escribir este blog mi mayor temor es a la gente no le gustara o que directamente me criticaran.

En mis peores pesadillas, imaginaba hordas de haters diciéndome «¿y tú quién te crees que eres?» o a mis amigos y conocidos cotilleando a mis espaldas: «¿has visto lo que escribe ahora Amparo? Qué ridículo«.

** Actualización de 2023: recuerdo perfectamente el miedo que sentía al inicio de crear esta web y trabajar como coach de la opinión de mis familiares y amigos (que te critiquen desconocidos es mucho más fácil de lidiar). Recuerdo que compartí por primera vez mi blog en mi página de facebook personal un día en un arrebato, y dije: «vaya, pues aquí está, lo lanzo, que sea lo que dios quiera…» La respuesta, como era de esperar, fue muy positiva. Y esto viene a colación de lo que cuanto ahora.

Cuando me lancé a la tarea de publicar en el blog, a pesar de los miedos, descubrí que el mundo no es un lugar tan terrible como nos lo muestra nuestra mente atemorizada.

La gente está muy ocupada, tienen mejores cosas que hacer que criticarte. Y aunque lo hagan, casi nadie va a decirte a la cara que no le gusta tu trabajo. Las personas somos educadas después de todo y no hacemos daño gratuito.

Otra cosa interesante que me ha pasado es ver que a veces no han coincidido mis expectativas con las de los lectores. Y aunque al principio esto desmotiva, y crea cierta ansiedad (tipo: ¿¡qué estoy haciendo mal!?), es algo de lo que aprendes a desapegarte con el tiempo.

Por ejemplo, artículos que yo pensaba que iban a ser muy leídos y comentados o buscados en google, han pasado casi desapercibidos… Y otros que me parecían más raros, que escribí con dudas, han sido muy valorados. Como este artículo peculiar: «Reflexiones sobre el pájaro azul que está dentro de ti«, que es uno de los que más visitas trae a mi página, y jamás lo hubiera previsto.

Otras veces me ha pasado que un artículo que no ha tenido mucho éxito en la semana de su publicación, a los cuatro meses lo comparto de nuevo en Facebook y genera muchos likes, comentarios y visitas. No sé muy bien el motivo, supongo que cada cosa tiene su momento, o tal vez es que hay decenas de variables que no podemos controlar.

Conclusión: A veces tenemos que soltar el control de las cosas que suceden cuando ponemos algo en el mundo. Y aprender a desapegarnos de los resultados.

** Actualización de 2023: ¡lección imprescindible, la del desapego de los resultados! que me servía entonces y me sirve ahora con la misma validez.

Hay cosas que un día (misteriosamente) funcionan y otros no. Algo en que invertimos mucho esfuerzo no triunfa, y algo que hicimos casi por casualidad obtiene un resultado inesperado. Hay personas que nunca hubiéramos esperado que alaban nuestro trabajo. En todos los casos, no pasa nada. Hay que quitarse los miedos y aprender a ver el lado divertido y sorprendente de todo esto.

Lección nº 8. Un mínimo de normas o estructura es muy beneficioso

Lo admito: siempre he estado un poco peleada con los límites. No me gustaban nada los horarios, las normas ni las órdenes. Creo, además, que la mayoría de normas son absurdas y perjudiciales.

Entiendo que en el ejército la disciplina y los límites son imprescindibles, pero que el colegio y la mayoría de los trabajos sigan esta estructura militar me parece un despropósito. Horarios inflexibles, temarios o tareas que detestamos y nos imponen, cada minuto de nuestro día controlado, cero espacio para la flexibilidad o la improvisación… Vivimos en un cuartel inmenso (e innecesario) y no nos damos cuenta.

Luego, cuando un día tenemos que trabajar por cuenta propia o con pocas directrices, la mayoría de las personas caemos en comportamientos como la procrastinación, la distracción o la ineficiencia. Es lógico, estamos tan habituados a la estructura externa que tenemos la estructura interna (o autodisciplina) atrofiada.

Una de las habilidades imprescindibles para cualquiera que realice un trabajo autónomo es la de aprender a organizarse y «obligarse» a trabajar aun cuando no le apetece. Encontrar el propio ritmo de trabajo, ése que es flexible y sólido a la vez, donde ni nos pasamos de duros ni de blandos con nosotros mismos, es un aprendizaje que cuesta AÑOS.

La cuestión es que la mayoría de personas tenemos pendiente el ponernos límites y normas SALUDABLES a nosotros mismos, que serán más rígidos o más laxos según nuestra personalidad. Estos límites saludables nos ayudan a completar nuestras tareas y no nos esclavizan, así que siempre los cumplimos con alegría.

En mi caso, a la hora de escribir en este blog, me puse el límite de que cada nuevo artículo tenía que estar listo antes del sábado a las 9 de la mañana, y esto era innegociable.

No me puse horarios de escritura, ni sigo ningún ritual particular (si tú eres una persona más estructurada, tal vez los necesites) pero esta única norma autoimpuesta me ha ayudado como ninguna otra cosa a ser constante y a organizarme.

Nunca, jamás, en todos estos años, he roto con esta promesa hecha a mí misma. Y lo mejor de todo es que esto es algo que me ha salido sin sacrificio y sin esfuerzo sobrehumano. Ahí tengo la prueba de que este ha sido un límite saludable y positivo para mí.

¿Tienes un objetivo a largo plazo? ¿Algún sueño dorado te despierta por las noches y te pide que lo cumplas? Entonces crea un plan y ponte una norma que seas capaz de cumplir.

Si ese objetivo es algo que deseas de verdad, y esta norma tiene la textura perfecta para ti (ni demasiado rígida ni demasiado flexible) no vas a parar hasta conseguir ese objetivo, y además lo harás disfrutando del camino.

** Actualización de 2023: Hoy día afirmo y confirmo que las rutinas, los sistemas, los horarios y los límites saludables son absolutamente necesarios para avanzar. Picasso lo definió mucho mejor que yo con la frase «que la inspiración te encuentre trabajando».

Ahora bien, lo importante es que seas TÚ quien defina esas normas que a partir de ahora te vas a comprometer a seguir, y con alegría, no que te veas obligado por otra persona a hacerlo.

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En resumen, las 8 lecciones aprendidas después de 100 entradas en este blog son:

Finalmente…

Para escribir 100 artículos antes hay que haber escrito el 1, el 2, el 17, el 48, el 70 y el 99… Quiero decir que este es un proceso que no puede hacerse en poco tiempo, ni tampoco con prisas (porque entonces se convierte en un suplicio).  Las cosas llevan su tiempo y esto hay que entenderlo y asumirlo.

Sin embargo, tampoco podemos demorarnos excesivamente a la hora de hacer algo. Cualquier cosa interesante de la vida requiere empezar aunque uno no se sienta totalmente preparado, aunque tenga miedo o se sienta inseguro.

Espero que estas 8 lecciones te hayan inspirado para hacer eso que deseas hacer y que todavía no ha pasado al plano de lo real.

Piénsalo de esta forma: si hoy te decides a poner en práctica algo importante que te mueres de ganas de hacer, en un espacio de dos años tendrás un resultado observable que te hará sentir muy orgullos@ del trabajo acumulado.

Además, el propio proceso de aprendizaje te convertirá en una persona más sabia y con más perspectiva de la vida, ¡y entonces podrás escribir o contar a los demás tus principales reflexiones! 😉

** Actualización de 2023: Estas dos últimas frases son las más importantes de este artículo que a día de hoy ha quedado con ¡más de 4300 palabras!

Te invito a que las leas de nuevo, y a que visualices qué futuro te espera en dos años si hoy empezaras a trabajar el algo poco a poco, con constancia y pasión. No solamente el resultado final sino las LECCIONES que aprenderías en el proceso.

En aquel verano de 2014 yo soñaba con lo bonito que sería tener en mi blog recién creado un número grande de artículos, tan grande y redondo como 100. Después de meses de trabajo disfrutado y sostenido, veo que eso se ha materializado.

Supongo que así ocurre con todas las cosas en la vida: cuando se pone pasión, constancia y se van venciendo resistencias, los resultados caen sin esfuerzo extra, como los frutos maduros.

Muchas gracias por formar parte de esto.

¡Y te deseo constancia y valor para tus objetivos!