Llamo «pensar en grande» a pensar con mayor perspectiva, indagando en el sentido profundo de las cosas y por fuera de las limitaciones del pensamiento convencional que nos ocupa la mayor parte del tiempo.
Porque creo que pasamos demasiado tiempo enfrascados en las pequeñas cosas. En la lista de la compra, las preocupaciones sobre el dinero, los rumores fundados e infundados, las rencillas que tenemos en relaciones varias, nuestra apariencia física y la de nuestra casa, etc.
Obviamente no hay NADA de malo en pensar en lo cotidiano, necesitamos con la misma urgencia saber cuál es nuestro propósito en la vida como qué vamos a comer dentro de tres horas. El problema viene cuando sólo tenemos tiempo para esas cosas sencillas y, sobre todo, cuando frente a las dificultades no desarrollamos un pensamiento más amplio y de mayor profundidad.
Por ejemplo, la mayoría de nosotros vemos los contratiempos de la vida como castigos divinos, como cosas que «suceden pero no deberían suceder». Aspiramos secretamente a vivir una existencia sin sobresaltos, con la mayor estabilidad posible, sin darnos cuenta que eso es una quimera y es del todo imposible vivir sin fracasos y sin problemas.
Por otro lado, a veces juzgamos nuestras relaciones y experiencias sólo por el placer que nos dan. Si me siento feliz, si me lo paso bien, entonces todo perfecto, pero cuando algo es un reto y saca lo peor de mí… opto por cortar por lo sano con esa relación o esa experiencia y busco otra cosa que me tenga entretenida y sobre todo que sea fácil… Ay, la comodidad y la pereza, qué venenosos pueden llegar a ser.
Por eso en este artículo te propongo salir de esa manera de pensar realista, cotidiana y concreta, centrada en buscar el máximo placer o facilidad y pensar en grande… Ampliar la perspectiva, elevarnos por encima de las preocupaciones cotidianas y preguntarnos:
¿Qué me trae todo esto? ¿qué aprendo? ¿para qué me está sucediendo?
Veamos a continuación 3 situaciones en las que nos conviene «elevarnos un poco» y pensar con mayor trascendencia.
Mirar una relación con perspectiva
Las relaciones nos hacen tocar el cielo y el infierno, a veces incluso a la vez. No es fácil tener una relación íntima y significativa, primero porque todos estamos bastante lastimados y tenemos miedo a que nos hagan aún más daño, lo que nos lleva a cerrarnos y hacer otras cosas estúpidas, y en segundo lugar porque a veces el egoísmo nos puede y nos enfocamos en lo que me DA la otra persona… y poco en lo que yo ofrezco.
Las relaciones ocupan muchas de nuestras conversaciones y a veces sólo hablamos de ellas de manera superficial. Por ejemplo, le comento a mi amiga esas cosas tan horribles que hace mi marido y sus muchos defectos, o las malas contestaciones de mi hija adolescente, o le hablo de esa persona casada de la que me he enamorado y no sé qué hacer…
En las consultas de tarot terapéutico muchas, muchas veces salen a escena relaciones de todo tipo: esposos, hijos, madres victimistas, jefes, amigos, amantes del presente o del pasado, etc. A la hora de analizar las relaciones el pensamiento pequeño se centra en «qué hacer»: ¿dejo a esta persona o sigo con ella? ¿le pongo límites? ¿cómo le hablo, cómo le trato? ¿qué me conviene hacer para no sufrir y estar mejor? (significativo que pocas veces uno se pregunta cómo podría hacer sufrir menos a la otra persona…)
Cuando hablamos de relaciones, a mí más que centrarme en «qué hacer o dejar de hacer» me gusta más elevarme junto a mi consultante y ver esta relación desde arriba, y sobre todo pensar en el bienestar conjunto. Preguntas interesantes en este caso son las siguientes:
- ¿Cómo te relacionas con la otra persona, le estás pidiendo todo el rato que te dé cosas y recordándole sus carencias? ¿O eres una persona que entrega, sin preocuparte demasiado de si el otro te corresponde en la misma medida?
- Al margen de la naturaleza de esta relación, ¿qué te enseña esta persona? ¿Y qué le estás enseñando tú, a tu vez? ¿Qué partes muestra de ti y viceversa?
- Independientemente del futuro de esta relación, de que sigáis juntos para siempre o de que lo dejéis ahora mismo: ¿qué aprendizaje o vivencias amorosas positivas te llevas de la relación que nadie te puede quitar?
Creo que cuando vemos las relaciones como experiencias que siempre nos ENSEÑAN, que nos ponen a prueba y nos permiten madurar (si queremos) porque nos entrenan en el arte de dar y no tanto de pedir, todas ellas merecen la pena. Y entonces, con esta perspectiva… permitimos que se vayan disolviendo los lazos del resentimiento, o la preocupación o la culpa. Es más, podemos ver al otro con una mirada más comprensiva o incluso admirarle por las cosas valientes que ha realizado, porque a veces en medio de las críticas y las peleas no somos capaces de verlo.
Pensar en grande en las relaciones implica asumir que todos somos discípulos y a la vez maestros, que por eso mismo vamos a dañar y a ser dañados (no pasa nada, es la vida) pero que no hay nada más sabio que al menos aprender de las rencillas que nos suceden o que provocamos.
Soñar en grande
Otra cosa con la que me he encontrado en algunas sesiones, sobre todo en aquellas personas que han tenido una vida digamos restrictiva (donde los valores supremos eran el esfuerzo y la austeridad) es la falta de color en los sueños…
Hay personas que no sólo no se permiten vivir en grande, lo que a veces se manifiesta en muy poco tiempo libre o en ahorrar en exceso, sino que tampoco se permiten SOÑAR a lo grande…
Yo creo que todos tenemos que volar con el pensamiento y si queremos llegar hasta la luna por lo menos pidamos las estrellas. Si en tu caso creciste bajo valores muy rígidos de austeridad, sacrificio, carencia y «primero el deber y luego el placer» creo que es hora de que te sueltes la melena un poco y por lo menos te permitas imaginar qué es lo que te gustaría. Porque seguramente no te permites ni siquiera esto…
Soñar a lo grande implica olvidarse de los valores familiares y sociales, de las máscaras que lleva uno para ser aceptado y preguntarse: ¿Qué quiero de verdad, con qué sueño, cuál sería mi vida ideal?
Y yo recomiendo que en vez de pensar en abstracto cosas como «deseo mucho dinero, un cuerpo de infarto o una casa grande» crees en tu mente una escena detallada y conectes con ella…
Ese es el secreto: no pensar en objetivos o cosas materiales sino en escenas que te provocan determinados sentimientos.
Así que te invito a visualizarte en una situación en la que sentirías que muchas de tus aspiraciones son colmadas. ¿Dónde estás en esa escena, con quién, qué estás haciendo, cómo hablas? Y sobre todas las cosas… ¿qué sentimientos te inundan? Conecta con cómo te sentirías en ese lugar y con esas circunstancias, y si la respuesta no es «rebosante de dicha e ilusión» piensa otra cosa.
Tal vez descubras que en realidad no necesitas tener millones en el banco para ser feliz, pero sí tener un grupo de amigos o una familia que te hacen sentir rico y con los que ríes, lloras, te entregas, amas. O tal vez en tu visión estés en un sitio estupendo y bien decorado, y ese sitio podría ser tu casa actual si le das una buena reforma y la decoras con amor. O quizás no te ves siempre de viaje y cenando en restaurantes caros, sino trabajando en algo que para ti es una pasión.
A la hora de planificar nuestras metas hay que ser realistas pero cuando soñemos, cuando imaginemos, cuando pidamos al cielo el mejor futuro posible… ahí hay que soltar todas las restricciones y permitirnos pensar en grande.
Mantener la fe en momentos de dificultad
Cualquier objetivo a largo plazo que merezca la pena supone pasar por un período de dudas y dificultades. El éxito no es gratuito y no sabemos nunca qué camino espinoso ha atravesado esa persona que hoy parece tan afortunada.
Algo que nos ayuda a perseverar en nuestros objetivos ambiciosos sin desfallecer es no perder nunca de vista los motivos que nos impulsaron a ello.
Cuando el camino se vuelva difícil, lo que tendremos que hacer es levantar el vuelo del presente y mirar un momento hacia la meta, hacia eso que estamos persiguiendo, para que se encienda de nuevo la ilusión que nos empujó a tomar ese camino. En caso contrario, si nos quedamos atrapados en las dificultades temporales y no vemos más allá, caeremos en actitudes de desánimo y resentimiento, incluso podemos arrepentirnos de haber salido de la situación inicial…
Pensar en grande en este caso es no perder de vista el propósito que hay detrás de las dificultades que estoy atravesando, ser consciente de dónde quiero llegar y por qué quiero llegar ahí. Si consigo conectar con los motivos que me hicieron emprender un camino, con lo desesperado que estaba antes de hacerlo, con la fuerza que me impulsó a actuar con valentía, entonces volveré a sentir que estos contratiempos no son insalvables y mi esfuerzo sigue mereciendo la pena.
Por otro lado, también deberíamos aprender a ver los problemas con más perspectiva. Porque en ocasiones lo que parece un problema en realidad es un reto o una oportunidad para superar una limitación o ser más feliz. Y cuando sea difícil sacar el sentido de aprendizaje de un problema, porque a veces no lo tiene o no lo vemos, sí que podemos hacer algo muy importante: simplemente aceptar ese problema o limitación como una parte más de la vida…
Hace unas semanas leí esta frase de Carlos Monterroso que me dejó muy pensativa:
Al observar al humano de Occidente me llaman la atención algunas actitudes extrañas, no naturales, forzadas, que lo llevan a importantes y renovadas cuotas de sufrimiento. Por ejemplo, la reacción de sorpresa y desengaño frente a la dificultad o la pérdida, como si estas posibilidades no hubieran sido imaginadas y, más sutilmente, como si fueran algo “malo” que provinieran de una suerte esquiva o un destino negro.
Carlos Monterroso, «Las trampas de Occidente»
Es verdad que a veces pensamos que los problemas son un castigo, que son algo que «no debería ocurrir» en un universo perfecto (¡qué cosas!). A este respecto me parece muy lúcido lo que dice Carlos Monterroso de que reaccionamos con sorpresa cuando algo sale mal cuando, justamente, es NORMAL que las cosas salgan mal, que haya incidencias, contratiempos, errores, enfermedades, muerte, cambios repentinos.
¿Por qué nos sorprendemos entonces de las dificultades y las pérdidas? ¿De dónde viene esa visión de la vida en la que los problemas son anomalías, en vez de algo inevitable y frecuente?
Pensar en grande también es comprender esto… que las dificultades y los períodos de bonanza están entremezclados, que algunas piedras en el camino son tesoros que nos ayudan a crecer y otras simplemente nos retrasan y ¡qué le vamos a hacer!
En cualquier caso, no perdamos la fe en que tenemos valentía y fortaleza para superar muchos más retos de los que creemos posibles y que, además, las recompensas nos aguardan si perseveramos en el camino de nuestros verdaderos sueños.
Palabras finales
Hay momentos puntuales en que tenemos que abandonar las preocupaciones cotidianas y pensar con mayor trascendencia, con mayor grandeza, mirando nuestra vida como un camino repleto de señales y personas que nos ayudan a crecer.
Pensar en grande es también salir de las creencias limitantes sobre lo que podemos lograr y construir en nuestra mente un futuro emocionante al que queremos llegar… Sí, aunque ese futuro parezca muy difícil, loco, imposible, ¡cuántas veces se han hecho realidad sueños imposibles!
Finalmente, para pensar con grandeza tenemos que abandonar nuestra visión materialista de la vida, en la que sólo importan los logros que se pueden cuantificar y los que impresionan a los demás. Y tenemos que dejar de vernos como personas pequeñas, cobardes y mezquinas para reconocernos en los héroes poderosos pero imperfectos que en realidad somos.
Porque sí, somos héroes poderosos e imperfectos, todos nosotros, llamados a hacer muchas pequeñas cosas pero también grandes gestas de vez en cuando.
Así que querido lector… te sugiero que empieces a pensar más tiempo en grande, a partir de ahora, y te conviertas poquito a poco y con mucha paciencia en esa persona completa que el mundo está esperando.
Eso es la madurez personal y no el cumplir años 😉
Créditos de las imágenes: GetStencil
10 Comentarios
Muy instructivo a veces cuesta poner en práctica según los golpes de la vida que también a veces valga la redundancia creamos nosotros pero agradezco estos consejos ayudan a bien, gracias.Soy de Uruguay.
Hola José Enrique,
Sí, yo sé que hay golpes de la vida que son TAN FUERTES que en ese momento no podemos pensar en un fin superior de aprendizaje y todo lo que nos queda es… aceptarlos, cuidarnos, asumir que las pérdidas y las crisis existen, pero que (como casi todo en la vida) pasarán. Un abrazo!
¡Qué gran artículo Amparo! Normalmente estamos tan centrados en el día a día que no nos paramos a ver más allá. De todo el artículo me quedo, especialmente, con este párrafo: «Pensar en grande en las relaciones implica asumir que todos somos discípulos y a la vez maestros, que por eso mismo vamos a dañar y a ser dañados (no pasa nada, es la vida) pero que no hay nada más sabio que al menos aprender de las rencillas que nos suceden o que provocamos». Verdaderamente valioso para mí en estos momentos. Gracias!
Muchas gracias por tu bonito comentario María! 🙂
Me alegro que el artículo te haya gustado sobre todo la parte de las relaciones. Cuando las miramos desde fuera nos damos cuenta de que ni el otro es tan malo/a, ni yo soy tan bueno/a (ni viceversa) y además si pensamos en la vida en términos amplios (o sea con trascendencia, no atendiendo sólo a lo material) estamos aquí para aprender… y qué mejor aprendizaje que a través de la interacción con los otros.
Un beso y feliz semana!
Excelente artículo Amparo, cada vez que me siento un poco “perdida” recurro a tus articulos porque cada vez que lo hago encuentro los cuestionamientos exactos que dentro de mi mueven fibras de motivación, autoconfianza y revalorizo la vida misma, nuevamente puedo volver en mi con mas fuerza. Me encanta tu trabajo. Gracias !
Qué bonito lo que escribes, María Belén, muchas gracias! 🙂 La verdad que todo gran cambio, interno pero también externo, empieza cuando nos cuestionamos las cosas en profundidad. Antes de cualquier logro o cualquier paso en positivo que damos en nuestra vida, SIEMPRE hay un cambio de conciencia (aunque no seamos capaces de verlo), un pensamiento que de repente se vuelve claro y nos muestra el camino a seguir. Eso es lo que tú consigues con mis artículos y me alegra muuucho que así sea. Un abrazo!
Querida Amparo, este artículo a llegado en el momento exacto a mi vida, estoy empezando a trabajar en algo que me brindará más tiempo e ingresos lo cual es algo que muchos quieren pero no todos toman la decisión de arriesgarse y optar por soñar en grande, gracias infinitas.
Ángela, no sabes cuánto me gusta que mis lectores digan: «este artículo llega en el momento exacto» 🙂 Me alegro mucho de que el destino te lo haya puesto delante como un tremendo: «sí, adelante, sigue soñando en grande» que te anime a perseverar hacia tus sueños.
Tú ya sabes que el camino que estás eligiendo es el menos fácil, el más incómodo y el que da más miedo… No te desanimes cuando lleguen los momentos de dificultades, que llegarán, mantén siempre la visión en la recompensa final, en los motivos que te llevaron a empezar este proyecto. Mucho ánimo y adelante!!
Hola Amparo, amiga…si, te parecerá extraño pero eres mi amiga aunque no me conozcas. Comencé a seguirte en mayo de 2019, leí tu eBook » Que hacer si quieres cambiar pero no sabes por dónde empezar» esa lectura me ayudó muchísimo, había tenido comportamientos negativos que quería cambiar, me hacía daño a mí y a mis seres queridos. A partir de allí me suscribí para recibir todos tus mail, te comencé a seguir por IG y me has acompañado de una manera genial. En el 2019 vivía en Venezuela, en el 2020 me fuí a vivir a España, por el coronavirus nada fluyó allá como lo tenía pensado y ahora vivo en Francia 🇫🇷 verdaderamente muy feliz, te confieso que pase por duras pruebas pero algo creció dentro de mí y comencé a pensar y soñar en grande y me siento cada día más plena…. Quiero aprovechar este espacio para comentarte que hay una conexión maravillosa entre lo que escribes y yo, cada vez que recibo tus mail, cómo esté por ejemplo, siento como si lo hubieses escrito para mí, fíjate: comencé a leer Ikigai y estoy en una etapa de mi vida donde mi optimismo es infinito, siento que soy la hija predilecta del universo, jejejejeje y tú me has acompañado para que yo alcanzará este estado emocional. Gracias Amparo, tu si que tienes «Tu propósito de vida» bien claro, ayudar, guiar, orientar y abrir los ojos de quienes están y estuvimos dormidos y no han VIVIDO realmente. Con cariño, Patrizia Castrogiovanni 💮
Querida Patrizia,
Como te he dicho por e-mail, muchas gracias por este comentario tan bonito y sincero que veo que también has dejado en mi blog 🙂
Abrazos y a seguir disfrutando de Francia!
Amparo.