En este artículo voy a abordar este tema que es tan fácil de entender y tan difícil de aplicar (por lo menos para mí) de darnos momentos de placer INCLUSO aunque haya otras cosas prioritarias en nuestra lista de tareas.
Hace unos días compartí estas reflexiones que estás a punto de leer en un evento precioso, que además era la inauguración, de un proyecto de dos andaluzas llamado «La Emperatriz».
La Emperatriz es un proyecto de ocio consciente para mujeres. Es decir, se organizan experiencias que aúnan el que se aprenda algo interesante (relacionado con el desarrollo personal de alguna manera) pero en un entorno bonito y cuidado, con vinito, canapés ricos, conversaciones de esas que surgen casuales y en las que, a veces, nos dejamos ver con total honestidad…
Carmen, la cofundadora del proyecto, me pidió que fuera la invitada «experta» para este primer evento. ¿Y cuál sería el tema sobre el que giraría la cena? Pues justamente la importancia de otorgarnos momentos de ocio, el salirnos de eso tan repetido de «primero la obligación y luego la devoción».
Porque, en la vida de hoy, como SIEMPRE tenemos alguna obligación u otra, entonces por norma no deberíamos disfrutar nunca…
Precisamente por eso quiero compartir contigo cuatro ideas en torno a este tema. Empezamos:
Empezamos:
1. Cuestionando esa máxima de «primero el deber y luego, el placer».
Esta es una frase que tiene su utilidad porque nos hace ver que el descanso se disfruta mejor y más relajadamente después de un esfuerzo y, además, todos preferiríamos quitarnos primero esa espinita del trabajo pendiente de la cabeza para disfrutar plenamente.
El problema es que, en la vida que la mayoría llevamos, «el deber» no se acaba nunca… Cuando no son los incesantes requerimientos del trabajo, son los mails, los whatsapp pendientes, la compra, la casa, los hijos, una fiesta de cumpleaños que organizar, un evento al que ir, los cursos de formación…
Es un problemón, sí.
Es por esto que si hacemos de esa frase el mantra de nuestra vida, el resultado va a ser que nos vamos a quemar y que NUNCA, o quizás solamente un par de días al año, vamos a poder entregarnos a ese placer.
Esto lo que implica es que, nos guste o no, habrá situaciones en que tengamos que dejar los «deberes» menos urgentes para permitirnos gozar y disfrutar del momento.
Y además, hemos de hacerlo sabiendo que tendremos dos poderosos enemigos:
- la culpabilidad y
- el agobio que nos da el haber dejado cosas a medias.
Es decir, mi primera idea es que hemos de tener la resolución absoluta de poner, en determinados momentos, el disfrute antes que las obligaciones, incluso aunque nos asalten estos sentimientos que he descrito. Porque va a ser así, te lo garantizo.
Aquí lo que podemos hacer es buscar determinados apoyos que nos permitan desconectar verdaderamente de la lista de cosas que hacer en nuestro tiempo libre: determinados aceites esenciales, respiraciones para estar en el momento presente, delegar, dejar todo bien organizado y anotado para liberar la mente, etc.
Con la práctica, nuestra mente se calmará y entenderá que ese ratito de esparcimiento en el fondo nos vino bien…
2. ¿De dónde viene la culpa y otros boicots que nos ponemos para no descansar y/o disfrutar?
Todo este tema de la culpabilidad que podemos sentir cuando nos tomamos un día para disfrutar o para «no hacer nada», o la tendencia a sobrecargarnos, tiene unas raíces muy profundas…
No somos exigentes porque hayamos nacido así, sino por el estilo de crianza (fíjate que no digo educación, porque es previo) que hemos experimentado colectivamente.
Te pongo un ejemplo: habrás escuchado a decenas de personas decir a madres/padres primerizos esos consejos de: «tienes que ponerle límites» (a un bebé de seis meses, incluso), «no le cojas que se malacostumbra», «como le sigas consintiendo todo se convertirá en un tirano» o «mejor que se acostumbre cuanto antes a… dormir solo, madrugar, conformarse, hacer algo que no le gusta, etc.»
Pocas, poquísimas veces, habrás visto a alguien que diga cosas del estilo de: «¿pero qué hace ese niño en el carrito? ¡cógelo y que sienta tu cuerpo!», «abrázalo más, dale todo lo que pida si está en tu mano», «pobrecito, está cansado, déjale dormir y que hoy no vaya al colegio», o «déjalo que duerma contigo, es muy chiquitín y te necesita, ya verás como con quince años no te busca».
¿¿Verdad que no?? ¿Verdad que hay miles de consejos que hablan de «la disciplina, el orden, los límites, acostumbrarse a la vida adulta» y muy pocos al contrario?
Este estilo de crianza que ve como sospechoso el placer, incluso en los primeros años de vida, crea adultos educados para trabajar, reprimir sus impulsos, someterse, conformarse, «es lo que hay».
En este punto aclaro que no estoy diciendo, para nada, que la autodisciplina no sea algo deseable.
Pero todo tiene su momento… Y a mí no me cabe la más mínima duda de que, para saber ponernos límites a nosotros mismos y que la autodisciplina, e incluso el sacrificio temporal, no nos parezcan un suplicio, hemos debido de haber pasado una etapa de relajación, placer, juego, abundancia de cariño y «concesiones» de todo tipo.
Como diríamos en términos de tarot terapéutico: antes del Emperador, arcano IV, está la Emperatriz, que es el arcano III…
No es recomendable que, de niños, ya tengamos que acostumbrarnos a las penalidades de la vida adulta. Al revés, si viviéramos una infancia que hoy en día es muy difícil respetar (sin prisa, sin madrugones, muy cerca siempre de mamá y papá) estaríamos mejor equipados psíquicamente para los desafíos de la vida y asumir compromisos importantes.
Por ello, si tenemos hijos, es muy buen propósito intentar llenar su vasija de «relajación, placer, juego sin prisas, libertad y contacto corporal» lo máximo que podamos. Y sugiero que cuestionemos eso de exigirles que se acostumbren cuanto antes al mundo adulto…
Pues no sé para ti, , pero para mí eso de «sentir por adelantado el sufrimiento», acostumbrarnos a lo gris para no extrañar lo exhuberante, no tiene sentido ninguno.
Y en cuanto a nosotros, tengamos o no hijos, comprendamos que esta dinámica funciona de la misma manera.
Tal vez, en vez de exigirnos sin medida, o castigarnos por no cumplir con nuestros compromisos, deberíamos poner el foco en llenar CONSCIENTEMENTE esa vasija interior con experiencias interesantes, tranquilas y sensuales, confiando que, cuanto más saciados estemos, más íntegros y competentes seremos en el futuro.
Es decir, busca saciarte sin llegar a intoxicarte de las cosas que te gustan y que te sientan bien (aquí no hablamos de atracones ni de adicciones insanas, ¿eh?) confiando en que, con esto, estás contribuyendo a madurar tu personalidad del futuro.
3. Los momentos de autocuidado pueden no ser suficiente
Más allá de lo que podemos llamar momentos de autocuidado, quizás lo que tengamos pendiente es un cambio de estilo de vida.
Cuando se habla del ocio y autocuidado automáticamente nos vienen a la mente experiencias sensoriales agradables que podríamos encajar en nuestra rutina: un masaje, un buen vino, un viaje, vestir con ropa bonita.
No tengo nada en contra de este tipo de actividades y creo que son un buen punto de partida para empezar a romper creencias que tienen que ver con el perfeccionismo, la carencia y la austeridad excesiva.
Pero me parece que centrando el foco ahí perdemos de vista el panorama principal… Y es que la mayoría de personas, para vivir mejor y más relajadamente, no precisamos momentos de autocuidado sino un cambio de estilo de vida.
A veces la única manera de dejar de estar estresados es reducir la jornada de trabajo, o buscar otro trabajo, o mudarnos a un sitio más tranquilo, o abandonar ocupaciones que nos gustan o destinar una cantidad notable del presupuesto familiar en contratar ayuda externa: para cocinar, la casa, el negocio, el cuidado de los hijos, etc.
Estos son cambios que dan mucho miedo o pueden suponer ciertos sacrificios… Sin embargo, es preciso que nos planteemos asumirlos si nos hemos dado cuenta de que, por muchos masajes que nos demos, por mucha meditación que hagamos en la mañana, o por muchas «noches de chicas» o «noches de hombres» que nos otorguemos, seguimos agotados y de mal humor al final de cada jornada.
Los momentos de autocuidado son el principio, y parte del camino hacia una vida con menos estrés y más placer. Pero la verdadera meta es un cambio de estilo de vida a largo plazo…
Nos puede llevar una década llegar ahí, pero no perdamos de vista el objetivo.
4. La importancia de planificar los momentos de placer con antelación
Por último, tomando en cuenta esto último que acabo de decir, si quieres, o más bien, NECESITAS, incorporar más momentos de ocio y autocuidado en tu vida como punto de partida, es preciso que lo planifiques con antelación y (aquí va lo más importante) cuando llegue el momento lo defiendas con fiereza.
O sea, tenemos (y sobre todo las mujeres) tanta resistencia a darnos un día libre, o a hacer algo por puro placer, que lo más probable es que el rato que hemos reservado para nosotras nos surjan mil complicaciones y extendamos el trabajo más allá de lo que nos habíamos prometido.
Imagínate, un día te propones que de 11 a 1 vas a ir a dar un paseo, hacer unas compras o acudir al gimnasio para despejarte.
Y resulta que son las 11.10 y aún no has terminado de trabajar… «Ya mismo lo dejo» te dices. Pero no, porque lo que iban a ser cinco minutos se convierten en veinte.
Bien, son ya entonces las 11.30 y, en lugar de levantarte de la silla e irte pitando, tomas el móvil y te dedicas a contestar todos los whatsapp pendientes, y a la vez aprovechas para colocar un poco la estantería que estaban las cosas revueltas. Otra media hora de retraso.
Cuando por fin vas a salir, a las 12, justo te acabas de acordar de algo urgente que tenías que hacer y te pones con ello, con lo cual te dan las 12 y cuarto…
Y entonces miras el reloj y piensas: «nada, ya para tres cuartos de hora, entre que voy y vengo, mejor me quedo en casa adelantando trabajo, me tomaré otro día libre.»
Si esto no te ha ocurrido nunca te doy mi más sincera enhorabuena y te digo: ¡¡SIGUE ASÍ!!
Pero a mí me ha pasado montones de veces… Y no se me pasa por alto de que hay algo de boicot en todos estos contratiempos que surgen a última hora.
Por ello, mi consejo es: prepárate de antemano para mil excusas que te van a asaltar cuando te tomes el día libre (esto lo primero, hay que estar preparado) pero después, pase lo que pase, haz lo que habías planeado.
Es decir, defiende con el mismo furor tus momentos de relax y esparcimiento que tus momentos de trabajo y cumplir con lo mandado.
Resumiendo
Ahora sí, llegamos al final de este artículo y quiero volver a mencionar estas 4 recomendaciones para llevar una vida, no ya más placentera, sino mínimamente SALUDABLE:
1. Abandona, si lo tienes grabado a fuego, ese mandato rígido de «primero el deber, y luego el placer» porque en una vida tan compleja y sobrecargada como la de hoy, no disfrutarías nunca.
2. Reconoce las creencias limitantes fruto de tu crianza que te impiden disfrutar sin culpabilidad de momentos para ti y ponte como objetivo llenar tu vasija (y la de tus hijos, si tienes) de experiencias sensoriales valiosas. De verdad, créetelo: nos debilita sufrir antes de tiempo (aunque mucha gente diga lo contrario) y viceversa, nos hace fuertes psíquicamente estar lo más saciados posible de lo que necesitamos.
3. Plantéate si lo que necesitas, en verdad, no son momentos aislados de relax sino un cambio radical de estilo de vida. Cuando el autocuidado te sepa a poco, cuando ni con tres tardes libres en semana tienes suficiente, lo que pide tu alma es una acción rompedora que cambie tu rutina de arriba abajo, y te conduzca hacia una vida más lenta y placentera.
4. Defiende con fiereza los días libres que estimes para ti, y permanece atento a los posibles boicots que puedan surgir ese día. ¡Mantente firme, no cedas a las excusas!
Y hasta aquí llega la reflexión de hoy. Espero que te haya gustado y te haya inspirado para tomarte «tu momento» la semana que viene.
O quizás la conclusión que te queda es que, a medio-largo plazo, debes plantearte un cambio de estilo de vida porque la que llevas es muy deficitaria en ocio y aventura.
Sea como sea, toma acción, y comprométete a una vida más placentera, armónica y equilibrada para el futuro. Que sólo se vive una vez y de los momentos de relajación y vibración con los demás rara vez nos arrepentimos… 😉